Malquerida

Sabías que, la presencia de una madres es fundamental para el crecimiento y desarrollo de una persona? La mayoría de la gente cree que los niños en hogares adoptivos son felices, porqué al menos una familia tuvo compasión y les da la oportunidad de vivir bajo un techo. Sin embargo no lo es todo.

Esta es mi historia. Soy Anais, he crecido bajo la tutela de mis tios, lastimosamente no tuve una infancia feliz, aunque jamas he sido abusada o maltratada físicamente, el maltrato psicológico si predomina.

Mi madre biológica Janeth, una adicta a las drogas y mi padre Benjamín, vendedor ambulante, me tuvieron con ellos hasta los 4 meses. Lastimosamente, mi madre pasaba días enteros en crisis, anhelando consumir. Un buen día mi padre llegó de trabajar y me halló sola, Janeth se fue y nos abandono. Al parecer mas pudo su adicción que el amor de una madre hacia un hijo.

Benjamín desesperado, entro en un colpaso. No sabía que hacer se preguntaba: Como voy a trabajar y al mismo tiempo cuidar a mi hija? Que le voy a dar de comer a una lactante tan dependiente de su madre? Toda esta angustia lo hizo recordar que él hermano de Janet y su esposa podrían ayudarlo por un tiempo.

-Toc, toc

Quien es?

-Soy Benjamín, estoy aquí con tu sobrina Anais.

Pasa, Benjamín. Que se te ofrece.

-Oye Luis, crees que te puedas hacer cargo de Anais por un tiempo. Tú y tu esposa Mildred son las personas indicadas. No tengo a nadie más. Tu hermana ha vuelto a las calles. Estoy desesperado.

Nosotros no tenemos problema, Anais es mi sangre. Acá se podría adaptar con nuestros 3 hijos. Crecería en un hogar funcional y tu puedes verla cuando lo desees.

-Sabia qué podía contar con ustedes, me hare cargo de todos sus gastos. Vendré los domingos a verla. Y en temporadas me la llevaré de vacaciones.

Tranquilo, acá estará muy bien.

Allí comienza mi tortura, pues al tener 2 años mi tio Luis se fue, nuevamente sufro un abandono. Tenia otra familia en secreto y su esposa lo descubrió. Lo echó de la casa.

Empiezo a tener memoria a mis 5 años, recuerdo que iba al colegio despeinada, Mildred no tenia ojos de madre para mi. Todos sus afectos iban dirigidos a Melissa su hija de 7 años, ella era mi hermana. Jugabamos, hablabamos y lo hacíamos todo juntas. Jamás he sentido envidia de Melissa, solo que ella es amada por su mamá y yo no.

Ya estando en preparatoria yo juraba que tenia una vida normal, que las comparaciones entre Melissa y yo eran normales y, que quizás ella era mejor que yo, y tenia que aceptarlo. Yo solo era la recogida. De la que tuvieron compasión, que tenia que ser agradecida de que tenia un techo y mis comidas al día. Habia momentos en que me preguntaba por qué no pude crecer con mis padres? Por qué Janet y Benjamín no estaban conmigo? Yo no conocía a Janet, ella se desapareció de mí vida y crecí sin ella. Benjamín cumplió su pablabra, pero yo quería amor día a día. No soportaba que todos me dijeran, recogida y en ocasiones bastarda.

Tenía momentos de felicidad, uno de mis tíos llamado Augusto, vivía en el apartamento del piso de arriba, yo era su sobrina consentida. El tío Augusto nos llevaba a todos de paseo, a sus hijos David y Carla y a mis hermanos Melissa y Andrés. Yo era dichosa, cuando salíamos con el tío mis dias grises se quedaban en la gaveta. Solo cabía la Alegría en mi corazón.

Un día nos fuimos todos al Campo y al parar en un pueblo mi prima Carla exclamó.

- Que Calor hacer! Beberé una soda, pero yo sola. No les daré a ustedes Melissa y Anais. Les advierto para qué no se antojen

Yo no quiero puedes tomartela hasta reventar, replicó Melissa.

Yo, estuve callada, sin embargo fui y le dije al tío Augusto. Enseguida Gritó:

-Carla por favor compartes con tus primas, si no quieres que te quité todo el dinero que te he dado.

Que chismosa, dijo Carla.

-Estoy cansado de que siempre menosprecien a Anais. Es tu prima. No seas egoísta con tu familia.

Melissa y yo moriamos de risa. La regañaron y adicional tuvo que compartir su bebida. Carla siguió todo el camino molesta con nosotras, pero no le prestamos atención a su actitud.

Al llegar a la cuidad nuevamente entre en mi realidad, pocas amistades. Muchas exigencias en el hogar y en la preparatoria.

Debía levantarme temprano, ir al colegio. Y al llegar a casa cocinar, lavar los baños, hacer limpieza profunda de la casa y en ocasiones lavar la ropa. Todo ésto mientras Melissa solo debía dedicarse a estudiar.

Yo me cuestionaba decía: Dios! Por qué? Sé que puedo con esto, sé que quizás tengo que ser agradecida con mi familia por haberme recibido con ellos, pero a qué precio lo pago.

Mildred era una mujer de carácter muy dócil, sin embrago muchas veces pagaba sus irás conmigo. Me cuestionaba todos los quehaceres. Decía que yo no era buena en nada. Que siempre mis actividades quedaban incompletas y ella debía finalizarlas. Yo no entendía su odio hacia mí. No entendía porque con Melissa era tan especial, yo quería llegar un día y que ella me abrazara o me preguntará al menos que tal mi dia de clases. Pero ero ella solo tenia ojos para sus hijos. Yo no existía

Pasó mucho tiempo y me acostumbre a todo esto, los malos tratos, el desprecio, la indiferencia y la exaltación de Melissa ante mi como la mejor. Así crecí, hasta llegar a culminar mi secundaria. Demostrándole a todos que no me embarace a temprana edad, que logré ser buena estudiante y que yo misma quería y podría forjar mi futuro sin la ayuda de nadie. Y los mas importante, demostrar incluso que podía ser igual que Melissa. Que a pesar de las preferencias de Mildred hacia Melissa, Yo no tenia ningún tipo de rencores, para mi Melissa es mi hermana de corazón y vida.