Un obsceno pastel de 15 pisos decorado con flores naturales adornaba el centro de la pista de baile y DJ Tiesto se encargaba de la música. Eduardo, por su parte, estaba furioso hasta que de pronto, vio llegar a lo lejos a su hermana.
- ¡Sandra! ¡Feliz Cumpleaños! – una chica de cabello negro largo y lacio hasta la cintura intentó acercarse a la rubia que portaba un vestido negro de Armani escotado por delante y por detrás que hizo que todos voltearan a verla. Sandra simplemente sonrió al darse cuenta que estaba siendo vista por todos y con mirada gélida volteó a ver a Leticia.
- Leticia... seamos sinceras... tú no vienes a felicitarme... vienes a gozar de todo esto porque mi hermano te pagó el viaje. Tú sabes que yo no tengo amigas. Así que no vengas a hacer el ridículo ¿Quieres? – Sandra le sonrió y dejó a Leticia sin saber que decir.
Sandra siguió avanzando entre la multitud y una chica de rizos castaños, la novia de su hermano Eduardo, la detuvo por el brazo. Sandra se soltó totalmente arisca.
- ¡No vuelvas a tocarme, Paloma! No creas que porque eres la novia en turno de mi hermano puedes andarme tocando...
- Sandra... todo esto empezó hace horas... Eduardo está furioso... ¿Sabes cuánto se ha gastado en esta fiesta?
- Mi querida Paloma... - Sandra le tocó la frente a la novia de su hermano y le dio pequeños golpecitos. - ¡Entiende! ¡No te importa! Lo que yo haga o deje de hacer es mi problema... y si te preocupa que mi hermano se moleste... no sabes cuánto me quita el sueño... - Sandra simuló que bostezaba. – Todo esto, Paloma... - Sandra señaló por todas partes. – A mí me importa un bledo... así que no te metas donde no te llaman... Quítate de mi camino...
Paloma sin decir nada, se limitó a hacerse a un lado. Sandra le sonrió y siguió caImánndo. Llegó hasta donde la esperaba su hermano.
- ¿Dónde te metiste? Hace horas que esto empezó...
- No me fastidies, Eduardo... - Sandra le hizo una seña de silencio.
- ¿Quién te entiende, querida? Es tu cumpleaños, deberías estar celebrando...
- No me gustan los cumpleaños... y si me pusieras un poquito de atención, lo sabrías... - Sandra se sentó, levantó la mano y al momento le sirvieron champagne.
- Querida... estamos en Dubai, estamos celebrando en la azotea del mejor hotel del mundo... ¿Por una vez en tu vida podrías dejar de ser la...?
- ¿La que? – Sandra se carcajeó sin importarle que medio mundo los estuviera observando.
- Olvídalo... - Eduardo optó por callarse.
- Dilo... - Sandra lo retó. – Todos en esta fiesta están diciendo lo perra que puedo ser y que soy... Y me vale un sorbete... ¿Sabes por qué, Eduardo? Porque yo no invité a nadie de estos que nada más vienen a ver cuánta fortuna tienes tú, cuánta tengo yo y a ver si seguimos en líos...
- Sandra... - Eduardo intentó conciliar la situación.
- Es la verdad, hermanito... - Sandra bebió de su copa. – Trajiste a toda esta gente de España pretendiendo que me estás halagando para celebrar mi cumpleaños, que todos nos llevamos bien y que tengo amigas cuando sabemos que es una farsa... Ni estas personas son mis amigos... ni tú ni yo nos llevamos bien...
- Creo que lo mejor será que la fiesta siga su curso y mañana hablamos de tus planes...
- Creo que sí... gracias por lo que gastaste, hermanito...
- De nada, querida...
- ¡Es una perra! – Leticia platicaba con sus amigas Teresa y Ana que también habían sido invitadas a la fiesta por el hermano de Sandra.
- ¿Pero qué te dijo? – insistió Teresa, una chica de cabellos castaños.
- La muy maldita me dijo que ella no tenía amigas. ¡Todo el mundo vio cuando me hizo el desaire! La muy desgraciada...
- Sin embargo... pobrecita... ¿No creen? – pensó en voz alta Ana, una chica de cabello corto.
- ¿Qué? – Teresa y Leticia se sorprendieron.
- Es una pobre niña rica. Lo tiene todo pero que triste que su madre haya muerto al darla a luz y que su padre se haya dado un tiro y haberse quedado al cuidado de un medio hermano...
- Eso no justifica que se comporte como una maldita desgraciada...
- Pues será lo que tú quieras... pero mira... empieza ya el desfile de hombres que pasan frente a ella buscando un baile o una conversación.
- ¡No lo puedo creer! – Leticia se revolvía de ira mientras Ana y Teresa miraba entre maravilladas e intrigadas a la escultural Sandra Casablanca.
- ¡Sandra! ¿Te acuerdas de mí? – un hombre de cabellos negros cortos se acercó a ella. La rubia volteó con desdén y de pronto sus ojos se pusieron en blanco pero soltó una sonrisa.
- ¡Daniel Torres! ¿También fuiste víctima de mi hermano?
- Creo que sí. No pude rechazar la invitación a tu fiesta... ¿Cómo la estás pasando?
- ¿Me creerías si te digo que me estoy aburriendo?
- Sí... lo creería. – Daniel sonrió. – Excelente vestido... aunque no te recomiendo salir así fuera del hotel.
- Me encanta desafiar las reglas... además sería divertido que mi hermano Eduardo fuera a sacarme de la cárcel por desacato a la moral...
- ¿Bailamos? – Daniel por dentro rezaba que Sandra no lo fuera a rechazar.
Sandra lo pensó por un momento. Arqueó una ceja y finalmente aceptó.
- Está bien. Todo mundo debe estar pensando que te enviaré a freír espárragos. Hay que hacer que piensen que se equivocan todo el tiempo conmigo...
Tomó la mano que Daniel le ofrecía y bailaron "Murder On The Dance Floor" de Sophie Ellis Bextor. Daniel era un excelente bailarín pero Sandra lo era mucho más y Daniel se sentía torpe con semejante belleza entre sus brazos. Cuando terImánron de bailar, salieron a la terraza a conversar.
- Tenía tiempo que no te veía... - Daniel inició la plática. – Desde que nos recibimos en Licenciatura en Historia del Arte...
- No frecuento a nadie... Las águilas solemos volar solas y los burros en manada... - Sandra sonrió.
- Gracias por la indirecta... supongo que lo dices porque sigo juntándome con Andrés y Nicolás...
- A quien le quede el saco...
- No por nada siempre te apodamos "la indomable"...
- Me agrada el apodo... - Sandra tronó los dedos y un mesero le llevó sus cigarrillos favoritos y le encendió uno.
- ¿De verdad te agrada estar sola? – Daniel no daba crédito. - Tan linda y tan sola...
- No me hagas responderte, Torres...
- Respóndeme... - Daniel la retó.
- Bien... vuélvelo a decir...
- Tan linda y tan sola...
- Tú tan animal y sin jaula...
Daniel y Sandra se rieron juntos. Sandra tiró la ceniza de su cigarrillo y miró como todos estaban al pendiente de sus actos. De cierta manera, ya doImánba y le encantaba ser el centro de atención. Pero también era parte de su cruz. Fastidiada, arrojó el cigarrillo y se dirigió a Daniel que la miraba embelesado.
- Volvamos. Deben estarse preguntando porque estoy dedicándote tiempo y no quiero chismes.
- ¿Te molestaría que los hubiera?
- Sí. – Sandra no dudó al contestar. Daniel enrojeció.
- ¿Por qué eres así? ¿Te encanta rechazar a las personas o solamente arruinar un buen momento?
- Daniel... soy célebre por mis malos modales. Lo sabes desde la universidad. Me molesta que me digan cómo debo actuar. Soy quien soy y a nadie le rindo cuentas de mis actos. Si me quiero ir me voy y lo hago. Punto final. Si tenías un problema con eso, no debiste haberte acercado a mí en un inicio. ¿Lo sabías, sí o no?
- Sí... - Daniel bajó la mirada ante la altiva mirada de Sandra.
- Bien, entonces estamos de acuerdo. Gusto en saludarte.
Sandra se dirigió al interior de su fiesta de cumpleaños dejando a Daniel solo y viendo el espléndido cuerpo de Sandra deslizarse en la pista de baile mandando al demonio a Eduardo y a Paloma, prendiendo otro cigarrillo mientras que, a pesar que todos hablaban de ella, las miradas eran solamente para esa rubia de tentación... para "la indomable"...