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Para terminar la guerra entre Escocia e Inglaterra los clanes más fuertes de las tierras altas deciden unir fuerzas, para esto el Laird del clan McAllen envía a sus dos hijas para que Duncan, hijo del Laird Blair escoja a su futura esposa. Maisie McAllen no se considera candidata para ser la esposa del futuro Laird del clan Blair. Una, por la horrible cicatriz que le rodea el brazo izquierdo y parte de su espalda. Y dos, porque no desea casarse con alguien que no la ama. Duncan Blair, no quiere casarse, pero sabe que debe poner a su clan por encima de todo. Cuando conoce a las hermanas McAllen, sabe que escogerá a la dulce Valoree, porque ver a Maisie y su horrible cicatriz no le provocan nada más que asco, además de que su carácter intratable y rebelde lo sacan de sus casillas. Pero cuando ella hace frente a un inesperado peligro a su lado, Maisie demuestra a Duncan que su corazón es tan fiero como vivo es su cabello... y que sucumbir a tal pasión sería el mismo paraíso.
Isla de Mull, Escocia 1325
Duncan Blair se levantó de su cama. Al poner los pies sobre el suelo, sintió frío. Se acercaba el invierno y las temperaturas en las tierras altas empezaban a bajar de forma considerable. Lo que aumentaba aún más el cansancio de su pueblo, la guerra se había extendido más de lo planeado, y las fuerzas escocesas disminuían cada vez más, volverían a perder si no unían fuerzas.
Las batallas por la independencia del territorio escocés se habían estado dando a lo largo de treinta y dos años. De hecho, Duncan no había conocido la paz entre esas dos naciones, pues, apenas y había nacido cuando comenzó el conflicto.
Caminó hacia la chimenea y avivó el fuego casi apagado, se colocó el tartán, echó el manto sobre su hombro y miró hacia el lecho, donde dormía Gina, la mujer que calentaba su cama desde los últimos meses. Era una joven muy apetecible, poseía un cuerpo seductor, senos abundantes y un carácter jovial y sumiso. Le encantaban las mujeres y el placer que estas le proporcionaban. Le parecían criaturas frágiles y dóciles, a las que podía manejar a su antojo. Por eso odiaba a las jóvenes de carácter rebelde, prefería a las sumisas que acataban sus órdenes sin rechistar. Y Gina era una de esas jóvenes muy sumisas y entregadas al placer.
El sol estaba a punto de aparecer en el horizonte, por lo que se apresuró en ponerse las botas y se encaminó hacia la puerta.
-Duncan- lo llamó Gina desde la cama, con los ojos entrecerrados por el sueño-. ¿Adónde vas tan temprano?
-Tengo que reunirme con mi padre en el salón -contestó él con sequedad.
Gina asintió y siguió acostada en su cama, Duncan sonrió de medio lado, le gustaba Gina, nunca protestaba y siempre estaba a su disposición, esperaba que su futura esposa fuera igual.
-¿No tienes que regresar a tus deberes? - preguntó Duncan.
-Iré en un momento - respondió ella y con eso Duncan salió de su habitación.
Caminó por los pasillos del castillo Blair y bajó las enormes escaleras de piedras hasta llegar al gran salón donde se reuniría con su padre, el laird del clan Blair.
Al llegar al salón, encontró a su padre sentado junto Donell Blair, su primo, y a su lado estaba Drostan, su mejor amigo. Alcanzó la mesa donde se reunían los hombres, los saludó con un movimiento de cabeza y se sentó junto a ellos.
-Sabes que hoy llegan las hijas del laird McAllen ¿verdad? - preguntó su padre mirándolo seriamente.
-Ajá.
-Como también sabes que debes elegir a la que será tu esposa en menos de un mes.
-Lo sé, pero espero que el viejo McAllen cumpla también su palabra enviando a sus hombres - dijo Duncan, en realidad lo que más le importaba era terminar con la guerra, y ganarla, por supuesto.
-Claro, pero sabes que el viejo McAllen no es tan tonto como parece, solo enviará la mitad de sus hombres como garantía y protección para sus hijas - dijo Donell.
-Sus hijas estarán bien, siempre y cuando se comporten - dijo Duncan sonriendo pícaramente, su amigo sonrió de igual forma al entender los pensamientos de Duncan.
***
Por otro lado, la comitiva de los McAllen había llegado a la isla Mull, las hermanas estaban agotadas y querían llegar para descansar un poco, principalmente Valoree, ya que Maisie estaba más que emocionada, le encantaba viajar, aunque ese era su primer viaje fuera de las tierras del norte. Quería llegar al castillo Blair y recorrer sus tierras, conocer nuevos horizontes.
-Me pregunto cómo será Duncan Blair - dijo Valoree a su lado.
Maisie no respondió, realmente no le importaba mucho como era el hijo del Laird Blair, ella solo había aceptado ir porque quería conocer nuevas tierras y viajar, sabía que solo así podía hacerlo, ya que la guerra no le permitía conocer más allá que su clan.
-No lo sé, y realmente no me preocupa - respondió finalmente.
-Como siempre, ¿no? Solo te interesas por ti, sabes que esto es importante para nuestro clan y en lo único que piensas es en ti - dijo Valoree en tono de reproche haciendo que Maisie la mirara con el ceño fruncido.
¿Desde cuándo Valoree McAllen era tan generosa al pensar en los demás?
Generalmente, su hermana le importaba más su aspecto que lo que pasara a su alrededor, por eso le sorprendió escucharla hablar así.
-No me preocupo porque sabemos de sobra a cuál de las dos elegirá el hijo del laird Blair - dijo Maisie y Valoree intentó ocultar una pequeña sonrisa, ella rodó los ojos, sabía como terminar una pelea con su hermana, solamente tenía que insinuarle a Valoree que era más hermosa.
Y era cierto, Valoree tenía el cabello rubio oscuro, mientras que el de Maisie era de un rojo vivo muy extraño, ella era la única de su clan con ese color de pelo, al parecer lo heredó de su madre, al igual que sus ojos azul eléctrico, los de Valoree eran azules pero más claros. Y sin contar la cicatriz que le rodeaba el brazo izquierdo y parte de su espalda.
-Tienes razón, sin ofender, pero sabes que soy mejor opción, Maisie. Fui educada para ser la esposa de un Laird, yo prefería aprender a bordar mientras tú preferías aprender a usar un arco y una flecha.
-Le veo más utilidad saber cómo defenderme que a tejer una manta - dijo Maisie algo irritada por las palabras de su hermana -. Realmente deseo que consigas lo que quieres y te cases con ese tal Duncan Blair. Así sabré que por lo menos la guerra tendrá más posibilidades de acabar, y que Escocia quede libere del dominio inglés, y por fin ser libre e ir a donde quiera.
-Pues difícil, como papá está convencido de que seré yo la elegida por el futuro Laird, a ti te va a casar con Edzel para que dejes tus sueños y rebeldía.
Maisie se tensó al escuchar las palabras de su hermana. ¿Su padre pensaba casarla? ¿Y con Edzel? No podía ser cierto. Ella no quería casarse, no si no lo amaba y no era amada, era algo estúpido, pero soñaba con casarse con el hombre del que estuviese enamorada y que la quisiera a ella con cicatrices y sueños estúpidos.
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