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La cena anual de la empresa prometía una noche de brillo y ascensos, pero para Ricardo, un empleado "invisible", solo significaba codearse con la élite, aferrado a su amor secreto por Camila, la CEO. De repente, el silencio se apoderó del salón cuando Sergio, el "amigo" de la infancia de Camila, acusó a Ricardo de robar su preciado Patek Philippe. La vergüenza se apoderó de Ricardo mientras la multitud, incluidos los ojos fríos de Camila, lo miraba con desprecio. Los guardias lo sujetaron, y con un gesto teatral, Sergio vació la mochila de Ricardo, derramando sus modestas pertenencias y, para horror de todos, el Patek Philippe. El pánico se convirtió en desesperación: la única cámara que podía exculparlo estaba "desconectada", y las palabras de Camila, pidiéndole que "cooperara", lo sentenciaron. ¿Cómo era posible? ¿Cómo pudo la mujer que amaba abandonarlo así? Acusado públicamente, humillado y con su madre cayendo enferma por el estrés de las acusaciones, Ricardo se vio forzado a aceptar la ayuda de Sergio, exiliándose y jurando que un día, aquellos que lo pisotearon, se arrepentirían.'