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La gran batalla espiritual había terminado, pero para mí, la verdadera lucha apenas comenzaba. Había arriesgado mi vida, sacrificando todo por Leah, a quien había rescatado y enseñado como a una hermana. Pero en el momento crucial, cuando la única "Flor de Vida Eterna" podría haberme salvado, ella la arrancó de mis manos y la ofreció a Máximo, susurrando, "Quiero que él viva". Morí viéndola sostener la mano de Máximo con una adoración que nunca me dedicó. Entonces, desperté. El sol me golpeaba la cara en la entrada de la misma aldea donde había conocido a Leah, pero esta vez, yo era diferente. Ya no era el tonto que entregaba todo por lo que creía era amor. Cuando Máximo, pretendiendo ser generoso, me ofreció a Leah, enferma y temblorosa, para que me hiciera cargo, recordé cada fibra de su traición. El dolor, la humillación, la muerte. "No", dije, mi voz firme y clara, rompiendo el silencio atónito. ¿Qué harías si tu salvación y tu vida fueran robadas por la persona a la que más amabas, y luego se te ofreciera una segunda oportunidad para reescribir tu destino? Yo, Patrick Sanderson, he renacido, y esta vez, mi corazón ya no será tan ciego.