a cargado con el olor a incienso quemado y a muerte, mi cuerpo
ito de todos, gemía de dolor, su hermoso rostro estaba pálid
e batalla, crecía una única "Flor de Vida Eterna", su
iraron hacia ella, era mi ún
r, dámela", suplic
espiritual, a la que había curado y enseñado como a una hermana
pánico, creí que la flor era para ella, que
a un susurro ronco, estaba a
arrebató de las manos, sus movimi
la q
rrodilló a su lado, coloca
lla, sin mirarme, "per
curando sus heridas al instante, mi
Máximo, su mirada fija en él, llena de una
es, de
el olor a enfermedad y des
vastada, la misma aldea donde había encontr
nica blanca impecable, de pie junt
ó, su sonrisa era car
naba con una falsa benevolencia, "hemos encontrado a estas d
rica, la h
eah, que temblaba, su cuerpo debilitado por la plaga espir
ban asintieron, murmurando sobre la "
a de Leah, recordaba su tr
firme y clara, interr
iraron, so
cuidar de nadie", dije, mirando directamente a Máximo, "pero tú eres
pia imagen pública en su contra, no p
an un terror y un reconocimiento que no de
avor, acépteme", suplic
ién había
que había
pleto, me di la v
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