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Una joven en busca de la libertad de su pasado, se enfrenta a situaciones que no esperaba por aquello a que llaman amor. Un joven dando todo por un amor desconocido. Ambos se encuentran por una casualidad, pero deciden hacer uso de ese destino en nombre del amor. Él la ayuda con ese pasado que la persigue y ella le demuestra que no todo está perdido a pesar de las malas decisiones.
Me encuentro frente al tocador, arreglándome para ir al casino. Ni siquiera me gusta, solo juego a la ruleta, donde siempre hay viejos alrededor con miradas lujuriosas y codiciosas, con hambre de apuestas y sed de sexo «Iuhg». Todo por mis amigos y sus estúpidas ideas de que debo salir más y dejar "mi cueva"; sí claro, como si algo fuera a cambiar por ir al casino. -¡Lina, se hace tarde! -me grita Sole. La quiero, lo juro, pero cuando me apura me dan ganas de sacarles los ojos con el rímel.
Ella es mi mejor amiga; es una hermosa pelirroja de ojos color miel, con una nariz llena de pecas que la hacen ver inocente, aunque no tenga un gramo de eso. Sole es de las contadas mujeres que les gustan sus pecas, dice que esa candidez que le conceden, son detonantes para los hombres. La conozco desde la secundaria; ni siquiera recuerdo bien como nos empezamos a hablar, pero nos hicimos muy buenas amigas y ya nunca nos separamos. -¡Estoy yendo! No me apures si me quieres sacar buena -le grito, saliendo del baño. -Al fin, nena -esboza Gaby con aburrimiento-. Vámonos -apura, haciéndole muecas graciosas a Lucas. Gaby y Lucas son muy amigos; trabajan juntos, son policías federales y se pasan mucho tiempo entrenando y en el polígono. Hacen prácticamente todo juntos. Gaby es de tés aceitunada, tiene el pelo negro azabache, un poco corto, con un rizo rebelde que siempre cae en su frente, amenazándolo con hacerlo rabiar; ojos negros como la noche, con pestañas negras y muy largas que siempre llaman la atención a donde vayamos, sin contar del cuerpo trabajado que mantiene gracias a las horas de entrenamiento. Lucas, en cambio, tiene piel bronceada «un color parecido a la miel», su pelo es rubio, un poco más corto en comparación a Gaby, y tiene ojos celestes como un cielo despejado; al igual que el otro, tiene un cuerpo bien trabajado. Los dos son muy altos e intimidantes, y aunque fuesen el día y la noche, son lo mejor que nos pudo pasar a Sole y a mí. Los conocimos en un grupo de Facebook; se portaron muy bien con nosotras desde el comienzo, y lo siguen haciendo hoy, así que, aquí están siempre para criticarnos, y además, tenemos nuestros propios guardaespaldas. Luego de 20 minutos llegamos al casino, y por Dios ya me quiero volver; mi único consuelo es que de aquí partimos a la discoteca... ¡Y rondas de tequilas! ¡¡Sí!! Es por lo único que estoy fuera de mi casa esta noche. Dos horas dijo Sole, y ya llevamos tres; no sale de las maquinitas, y creo que voy a tener que sacarla con una espátula de ahí. Me cansé de esperarla; a regañadientes, me siento a unas cuantas máquinas de donde se encuentra ella, de la que se había levantado una señora minutos atrás «también cansada de perder»; pongo un billete y empiezo a tocar los botones, sin entender mucho. La verdad es que a la mayoría de las maquinitas no las comprendo, así que juego adivinando. Después de media hora de hacer apuestas estúpidamente chicas y seguir con la misma cantidad de puntos, hago la mayor apuesta que me permite, así me largo de una puta vez de aquí. ¡¡Y por todos los bebés recién nacidos del planeta!! La máquina se volvió loca, empezó a chillar y a hacer un arco iris con todos los colores «hasta con los desconocidos». Me congelé, quedé estática en el lugar. -¡Qué mierda! -grita Lucas a mi espalda. Yo estoy muda, solo veo todos los números que arriba marcan en grande lo que había ganado. ¡Dios, no es posible! -Jódeme que esa cantidad que dice, es la que ganaste, Lina -chilla Sole, con los ojos desorbitados, y para peor casi está sobre mí. -No sé -alcanzo a musitar. -Lina eres un jodido trébol de la suerte; desde hoy te quiero siempre cerca -exclama Gaby, tan emocionado como si él hubiera sido el que ganó. A partir de ese momento todo fue una completa locura, personas que se acercan a felicitarme, otros que maldicen por lo bajo. Y ahí está la señora que una hora atrás se había levantado de este mismo lugar. Pobre. No, me retracto, nada de pobre; me mira como si quisiera cortarme el cuello con el platito de la taza de café que sostiene, para leerme el futuro con mi tráquea. No está nada contenta. Después de estar un par de horas más en el casino, para arreglar cuando me entregarían ese dineral, nos dirigimos a tomar los tequilas como habíamos arreglado. -¡Por el barman! -grita Sole, alzando su tequila para brindar. -Todavía no lo puedo creer; y tú que no querías salir, y menos ir al casino -demanda Gaby, apuntándome con el dedo índice. -Yo tampoco lo puedo creer, pero no hables de eso ahora, mejor bebamos -lo insto, todavía sin creer lo que pasó; sinceramente, no quiero pensar en eso para no enloquecer. -Voy a pedir otra ronda -les aviso, y me encamino hacia la barra. Ahora sé por qué Sole brindó por el barman. Está muy bueno, y que brazos; ojos verdes, pelo castaño despeinado, y como hace volar las botellas. Estas calentándote Lina, es solo un chico; un muy lindo chico. -Cuatro tequilas, por favor -le pido, elevando la voz por encima de la música. Él me guiña un ojo después de asentir. Qué bueno que está...Colchón de baba. -Aquí tienes bonita -articula, tendiendo los tequilas sobre la barra, con una media sonrisa. ¡Hermosa sonrisa! -Gracias. -Le sonrío, mientras, le extiendo el dinero para pagarle. -No. -Agita su mano y se acerca a mí por encima de la barra-. Estos van de mi parte -susurra en mi oído. Es oficial, me mojé. -Gracias entonces -hablo, igualando su tono de voz. -De nada -corresponde. El chico se aleja a atender a uno que le gritaba desde la otra punta de la barra. Dios, qué espalda. -Estabas coqueteando con el barman -escucho la acusación masculina en mi oído y me doy la vuelta, con la cara roja por el subidón que me dio ese condenado barman. -¡Noooo! Nada que ver -me defiendo, fingiendo inocencia, y Lucas se sonríe. -¡Siiii! Lo estabas haciendo. Te vi, y vi cómo se acercó a hablarte en el oído -acusa con tono burlón, el muy desgraciado. Maldito Lucas. -No sé de qué estás hablando -lo ignoro-. Sirve para algo -le digo, dándole los tragos. -Como sea, espero que por ponerte así de roja te haya regalado los tragos -entona divertido. Él sabe que así fue. -Obvio. ¿Qué pensabas, que lo iba a dejar acercarse sin nada a cambio? -digo sonriendo. Abre los ojos casi de manera cómica y después larga una sonora carcajada mientras camina detrás de mí -. Definitivamente, por el barman más hot que he visto -chillo conforme levanto mi trago, cuando me acerqué a los demás. -Por el barman -me secunda Sole. Lucas niega con la cabeza, divertido por la situación. Está tomando gratis, que no se queje. -Y bien, ¿qué tienes pensado hacer con lo que ganaste? -pregunta Gaby. -Ehh... -pienso unos segundos-. La verdad, todavía no lo pensé, pero seguro lo primero será mudarme... Supongo -respondo, articulando la última palabra más bajo, bastante dudosa, ya que de verdad no lo había pensado. -Bien; entonces, eso es lo primero que debes hacer -interviene Sole, asintiendo con la cabeza para darle más énfasis a lo que decía. -No -habla Lucas, sorprendiéndonos-. Lo primero que debe hacer es ir a la barra y traer más tequilas gratis. Todos nos empezamos a reír. No iba a ir de nuevo hacia allá, tampoco estoy tan desesperada por sexo... Pero por los Dioses del Olimpo, qué bueno está el barman. Justo, en ese momento, él se gira a mirarme y me guiña un ojo... La tentación, uno de mis peores pecados, el que más uso, y el que esté mirándome con ojos de depredador hambriento no ayuda. -No voy a ir de nuevo a la barra, ve y búscate tus propios tragos gratis -le contesto, sin quitarle los ojos de encima al cantinero. -Si claro, como si no quisieras ir de nuevo para allí -esboza, seguro y con supremacía. -No quiero ir de nuevo hasta allí -entono, firmemente. Vamos, así se habla Lina. -Al menos, disimula y mírame a mí cuando me hablas, y no al barman -exclama con tono irónico. Entonces miro a Lucas más roja de lo que estaba, mientras, los otros desprolijos se ríen sin miramientos. Maldito mi cuerpo traicionero, malditos mis amigos; malditos todos. -Te estoy mirando -le digo, perdiendo la poca paciencia que tengo. -No lo hacías Lina, lo mirabas como si le estuvieras haciendo sexo salvaje -afirma, mientras ríe. -Es verdad -secunda Gaby. -Y él también te miraba de la misma forma -acota Sole. Buenísimo, ahora los tres están señalándome. -Voy al baño -les anuncio, levantándome-. Y más vale que tenga un tequila en mi lugar para cuando vuelva. Camino haciéndome lugar entre la multitud para llegar al baño, y una vez ahí, entro a uno de los cubículos. Cuando salgo, me miro al espejo y retoco mi maquillaje; en ese momento escucho que The Weeknd con su canción "The hills", comienza a hacer presencia en el bar. Me encanta esa canción, por lo tanto me apresuro para salir a volver con los demás. Cuando salgo del baño me colisiono contra un enorme pecho, entonces levanto la mirada. Oh, bendito sea el creador del hombre. El barman me observa con una media sonrisa. -Disculpa -me las arreglo para decir. ¿Qué me pasa? -¿Me pides disculpas por chocar contra mí o por estar, todavía, pegada a mi cuerpo? -curiosea, arqueando una ceja. Oh mierda, sí, todavía seguía pegada a él, y unas de mis manos en su cadera. ¡Qué calor! -Eh... ¿Por las dos cosas? -Le sonrío y trato de alejarme, pero él me retiene en el lugar. -¿Cómo te llamas? -indaga, sonriendo. -Lina. Su mirada es muy fuerte, pero se la voy a sostener. No pienso bajar mis ojos como una nena de quince años. Empezó a acercarse. Mierda. -Lindo nombre -susurra en mi oído, pegando sus labios-. Lindos ojos también -murmura, mientras sus labios rozan mi mejilla. ¿Lindos ojos? Son horribles mis ojos. Ok, bien, son grises; pero no un gris fuerte, es un gris muy claro, un color muy frio, y la verdad nada lindo. Mis amigos me dicen "Ice-woman", burlándose de mí color, y creo que también por mi carácter; qué saben ellos. -Gracias... Pero creo que ya debería irme -largo las palabras queriéndome zafar de su brazo, pero él no me deja, nuevamente. -Creo que ellos no te necesitan, todavía -señala a mis amigos. Los miro, están bailando. Cuando Lucas me ve, el muy desgraciado se sonríe y se da la vuelta, ni siquiera le dio importancia a mi mirada de S.O.S; me las va a pagar querido amigo. -¿No deberías estar en la barra? -curioseo, volviéndole a prestar aten-ción. -En realidad, no es necesario que me quede toda la noche detrás de la barra; puedo salir para ir al baño y... bueno, ya sabes; todo eso -responde, gesticulando con la mano libre, ya que con la otra seguía agarrando mi cintura. -Bueno, entonces dejo que vayas al baño -manifiesto, queriendo sol-tarme, sin llegar a ningún lado, otra vez. -No tengo ganas de ir al baño -murmura, con esa media sonrisa. -¿Y de qué tienes ganas? -No, Lina, no tenías que preguntar eso. Estúpida Lina, mordiste el anzuelo. -De esto... Sin darme tiempo a nada se acercó y me besó. Su boca irrumpió en la mía, dándose paso con su lengua e instando a la mía a una lucha entre ellas; ni lugar a retrucar me dio, él solo me besó y me arrinconó contra la pared. Bien, Lina, caíste. Cómo besa; la verdad es que no está mal estar contra la pared de esta forma, con sus manos en mis caderas empujándome hacía él. ¿Conocen dicho "entre la espada y la pared"? Bueno, esto es más o menos parecido: estoy entre el barman y la pared, totalmente acorralada. Su cuerpo está pegado al mío; o mejor dicho, tiene mi cuerpo pegado al suyo. Puedo sentir el calor que emana de este. Tengo que marcharme de aquí o quizás después; todavía no quiero salir de esta bendita pared y estos grandes brazos. Sus manos aprietan mis caderas contra la suya y puedo sentir su erección. Su beso se hace más profundo, su lengua es indulgente y extrovertida, saborea toda mi boca sin miedo alguno. Yo, como de las más estúpidas, tengo mis manos en puños agarrando su camiseta sin mangas; lentamente me dispongo a subirlas para tomarlo del cuello. -¡Seba! -gritan a lo lejos. El barman me suelta y se da la vuelta, le toma unos segundos recuperar la normalidad de su respiración; a mí me toma un poco más, pero gracias al inoportuno es que puedo respirar. Había un chico acercándose a nosotros, mirándolo con curiosidad. Ahora, al menos sé su nombre: Sebastián. -Hey, man, ¿qué pasa? -Te están buscando en la barra -le informa el recién llegado, ya a su lado, y me mira curioso. Buenísimo, seguro que no soy la primera con la que se estampa contra la pared. -Ok, ya voy -le avisa, y luego posa sus ojos en mí-. Debo irme, muñeca; pero puedes llamarme en otro momento -dice en voz baja, colo-cándome un papel en la mano; me besa y se va. Yo me quedé ahí, agitada, estupefacta contra la pared como si fuera un póster. Regreso con los chicos, todos dándome sus miradas de "chica, estás caliente como una olla a presión"... Si supieran. Lo bueno es que está mi tequila. Luego de este pequeño incidente, la noche continuó sin ningún otro altercado; gracias a Dios y a todos los santos, y por supuesto, no volví a ir al baño. Volviendo a casa, en el auto, les hice jurar a los tres un millón de veces, que no le contaran nada a nadie; ni a sus familiares, ni amigos, a nadie. Con mi pasado, era mejor no levantar vuelo y seguir pasando desapercibida. -¿Ni siquiera después de que lo cobres? -interroga Lucas. -Ni siquiera después de que lo cobre -repito-. Nunca se lo digan a nadie -les advierto. -No entiendo, ¿por qué no quieres que nadie se entere? -cuestiona Gaby. -Porque no; porque es peligroso y yo vivo sola con mi hija, y no quiero que nada le pase -explico con el ceño fruncido. -¿Te olvidas que hay dos federales acá? -aclara con arrogancia. -Gaby -advierto, para que no digas bobadas. Él solo me sonríe con ternura.
El amor en la adolescencia, siempre es un amor verdadero. Un amor puro, aunque no siempre dura para toda la vida. Por circunstancias de la vida ellos tienen que separarse, él tiene que hacerse cargo de la empresa familiar, por lo que tiene que viajar a Italia y dejar todo lo que conoce atrás. Tiene que dejarla a ella, el amor de su vida, su único amor. Ella tiene que quedarse a terminar de estudiar, no puede ir con él, por lo que mantienen una relación a distancia. Sin embargo, aquello dura solo unos meses. Poco tiempo después, él deja de llamarla, de escribirle. Ella deja de saber de él. Y por más que le dolió en el alma hacerse a un lado, lo hace y decide seguir con su vida y olvidarse de lo que una vez tuvieron. Dos años después, Aye deja todos sus recuerdos en Argentina y se convierte en una persona nueva. Hasta que su pasado, su único amor, su vida; vuelve a presentarse frente a ella como si nunca hubiera pasado nada, como si el tiempo jamás pasó para ellos. Pero ya las cosas son diferentes, ambos siguieron con sus vidas. Todo lo que alguna vez tenían y prometieron tener para toda la vida, vuelve a ellos como un huracán. Tendrán que tomar una decisión, tendrán que ser valientes y decidir si quieren volver a tener lo que una vez tuvieron. Ese único y verdadero amor. O tendrán que dejarse ir y seguir cada uno con sus vidas, tal cual estaban haciendo, cuando él un día decidió que debería dejarla y convertirse en otra persona.
Él, es Gaby Medina, nuestro morocho, el que nos ha robado más de una vez alguna sonrisa y el que también nos ha hecho llorar. Junto a Ian Russel está buscando el paradero de Christopher Donovan, que atenta contra la vida de Lina, su mejor amiga. Pero al mismo tiempo tiene una misión encomendada por Esposito, su superior. Debe infiltrarse a un club nocturno haciéndose pasar como strippers para detener la trata de blanca dirigida por la mafia. Pero todo se le complica cuando su superior, como castigo (algo que ya le había avisado que iba a pasarle si seguía molestando), lo puso junto a Noelia Alba a trabajar. Ella, es nueva en la división y es hija del fiscal de distrito. Desde que entró al departamento de policía, se llevó mal con Gaby, y la cosa no cambió. Todo comenzó por una estúpida disputa por el aparcamiento, lo que hizo que ambos prácticamente se odiasen y les sea difícil trabajar juntos. Él la molesta con su supremacía y ella lo molesta con su suficiencia. Ahora ambos están atrapados en la misma misión y tienen que actuar como si se quisieran o, por lo menos como si la pasaran bien teniendo sexo, cosa que no es verdad, ya que no llegan a tocarse ni un pelo. Bueno, no al principio. En medio de la balacera, fraude, humor y tristeza llegan a conocerse más. ¿Pero eso será suficiente como para que dejen sus diferencias y se rindan a lo de en verdad sienten? O, ¿al menos será suficiente para que comiencen a llevarse bien? Eso lo vamos a ir descubriendo de a poco junto a ellos. Aunque es de dudar si alguno sabe lo que siente. Pregunta: ¿Podría ser que ambos comiencen una bonita historia de amor? ¿Podrán entregarse y dejar sus miedos a un lado? Esperemos que así sea, todas esperamos que nuestro morocho encuentre, al igual que sus amigos, el amor...
Sofi es una chica con grandes fantasías, pero con una timidez que no la deja pasar desapercibida. Ian es un chico que no le tiene miedo a nada y más si se trata de una chica como Sofi, en donde es un reto para él. Juntos descubren que pueden aprender el uno del otro. Ella sobre sus fantasías, él sobre el amor.
"Durante su trabajo de medio tiempo en un bar clandestino, Wendy se emborrachó accidentalmente. Cuando se despertó, se dio cuenta de que la habían confundido con una prostituta y que había perdido su virginidad. Después de tener una aventura de una noche con Charlie, un hombre increíblemente guapo, Wendy tiró doscientos dólares para defender su dignidad. Sin embargo, el comportamiento arrogante de Wendy molestó a Charlie, quien, en venganza, volvió a llevarla a la cama. ""¿Qué quieres?"", dijo Wendy molesta. ""Asumir la responsabilidad de lo que te hice"", respondió Charlie sonriente. ""¿Pero cómo?"", Wendy continuó. ""Al seguir acostándome contigo""."
Durante tres arduos años, Emily se esforzó por ser la esposa perfecta de Braiden, pero él todavía se mantenía distante con ella. Cuando él le pidió el divorcio por otra mujer, Emily desapareció. Sin embargo, cuando reapareció más tarde, se convirtió en su última fantasía. Despidiendo a su ex con una sonrisa burlona, ella le desafió: "¿Te interesa una colaboración? ¿Quién te crees que eres?". Los hombres no le servían para nada; Emily prefería la independencia. Mientras Braiden la cortejaba sin descanso, descubrió las identidades secretas de Emily: hacker de alto nivel, chef, médica, talladora de jade, corredora clandestina... Cada descubrimiento aumentaba el desconcierto de Braiden. ¿Por qué los conocimientos de Emily parecían ilimitados? El mensaje de Emily era claro: destacaba en todos los aspectos.
Ellos no saben que soy una chica. Todos me miran como si fuera un hombre, un príncipe. Su especie compra humanos para satisfacer sus lujuriosos deseos. Y cuando ellos llegaron a nuestro reino para llevar a mi hermana, intervine para protegerla. Fue así como ellos también terminaron comprándome. El plan era escapar, pero mi hermana y yo nunca tuvimos una oportunidad. ¿Cómo iba a saber que nuestra prisión sería el lugar más fortificado de su reino? Se suponía que debía quedarme en el anonimato, pues no tenían un uso para mí. Solo era alguien a quien nunca debían comprar. Pero entonces, el hombre más poderoso de la salvaje tierra, su despiadado rey bestia, se interesó por ese "principito bonito". ¿Cómo podremos sobrevivir en este reino brutal, donde todos odian a los de nuestra especie y no tienen piedad de nosotros? ¿Y cómo puede alguien, con un secreto como el mío, convertirse en una esclava sexual? Nota del autor: es una novela de romance oscuro, apta solo para mayores de edad. Espera varios temas sensibles, como la violencia. Si eres un lector experimentado de este género, buscas algo diferente y estás preparado para entrar sin saber qué es lo que te espera, ¡entonces sumérgete en esta aventura! . De la autora del bestseller internacional "La Esclava Más Odiada Del Rey"
Durante sus tres años de matrimonio con Colton, Allison ocultó su verdadera identidad y se esforzó de todo corazón para apoyarlo. Sin embargo, fue traicionada y abandonada por su esposo infiel. Desanimada, ella se propuso redescubrir su verdadero yo: una perfumista de talento, el cerebro de una famosa agencia de inteligencia y la heredera de una red secreta de hackers. Al darse cuenta de sus errores, Colton expresó su arrepentimiento: "Sé que metí la pata. Por favor, dame otra oportunidad". Sin embargo, Kellan, un magnate que se suponía que era discapacitado, se levantó de su silla de ruedas, tomó la mano de Allison y se burló desdeñosamente: "¿Quieres que te acepte de nuevo? Sigue soñando".
Sabrina tardó tres años enteros en darse cuenta de que su marido, Tyrone, era el hombre más despiadado e indiferente que jamás había conocido. Él nunca le sonrió y mucho menos la trató como a su esposa. Para empeorar las cosas, el regreso del primer amor del hombre no le trajo a Sabrina nada más que los papeles del divorcio. Con la esperanza de que todavía hubiera una posibilidad de salvar su matrimonio, le preguntó: "Tyrone, aún te divorciarías de mí si te dijera que estoy embarazada?". "¡Sí!", él respondió. Al comprender que ella no significaba nada para él, Sabrina finalmente se rindió. Firmó el acuerdo de divorcio mientras yacía en su lecho de enferma con el corazón hecho pedazos. Sorprendentemente, ese no fue el final para la pareja. Fue como si Tyrone despejara la mente después de firmar el acuerdo de divorcio. El hombre que alguna vez fue tan desalmado se arrastró junto a su cama y le suplicó: "Sabrina, cometí un gran error. Por favor, no te divorcies de mí. Te prometo que voy a cambiar". Sabrina sonrió débilmente, sin saber qué hacer…
La mala influencia de la mejor amiga de Mina Manson la lleva a cometer muchos errores una noche donde su vida cambia totalmente ya que debido a una escapada nocturna con su amiga termina drogada y ebria y lo peor de todo en brazos de un extraño. Paolo Scarton, un CEO arrogante de carácter fuerte y dominante quien no se deja impresionar por cualquier mujer y menos si la conoce en un club nocturno, pero extrañamente esa noche sucede algo que él no se esperaba. Conoce a Mina en un club nocturno y esta joven castaña lo impresiona desde el primer momento que la ve. Por desgracia su primera impresión fue todo lo que él imaginaba, Mina estaba drogada esa noche por culpa de su supuesta mejor amiga. Para mala suerte de la joven se mete en problemas con un sujeto, pero afortunadamente Paolo logra salvarla y sacarla de aquel embrollo. Pero ambos terminan teniendo sexo oral en el coche de Paolo y es cuando el CEO se queda impregnado de esa joven a quien la catalogaba como una cualquiera. Pero Mina era diferente y Paolo lo descubre cuando él termina follando con ella una tarde que la secuestra luego de salir de la universidad, ese día se da cuenta de que era virgen, desde entonces, su obsesión por ella se intensifica. Pero se le dificulta poder estar con ella cuando se da cuenta de los padres de la misma son complicados, cuando la mejor amiga de Mina es una envidiosa y cuando su mano derecha se encapricha de su chica.