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No sé cuánto tiempo llevo aquí, quizá han pasado años, meses, días... tal vez horas, no lo sé, estoy completamente a oscuras. Tengo una especie de gran pijama blanca, me cubre desde el cuello hasta la punta de los pies, no siento frío, ni calor, las paredes qué me rodean son blancas y acolchadas, lo sé porque más de una vez he intentado darme de golpes contra ellas, más por aburrimiento que por otra cosa. Soy la paciente X453 y no sé quien soy.
En otra parte del mundo...
- Hay una niña... creo. Tiene algo en sus manos y viene corriendo hacia mí. - ¡Sam! ¡Sam! – Grita fuerte mientras corre, yo dejo lo que estoy haciendo y la miro.
- ¿Dónde estás?
- No lo sé, es... un jardín. Reconozco ese jardín, estamos en la base principal, en la parte trasera.
- ¿Reconoces la niña?
- No lo sé, creo que es mi hermana, pero no puedo recordar su nombre.
- Entiendo, dime que más ves.
- Tiene algo en sus manos, es un ave, creo que esta muerta. "¿Bicho?"
- ¿Qué pasa?
- Creo que se llama Bicho, así le dije cuando le pregunté qué pasaba.
- Continua
- Me pregunta si podemos ayudarlo, pero creo que el ave ya murió. Me mira con sus grandes ojos azules cargados de lágrimas. Me conmueve, no sé, pero siento que tengo que ayudarla.
- Ok, creo que debemos dejar hasta aquí por ahora. Se nos ha agotado el tiempo. Llenare tu informe, pero tengo que preguntar ¿seguiste tomando tu medicamento?
- Si, todos los días. Pero estos sueños son cada vez más recurrentes.
- Entiendo, tendremos que cambiar tu medicación. No te preocupes, esos "sueños" no son reales, es solo una mala pasada de nuestra imaginación.
Mientras tanto...
No sé cuánto tiempo llevo aquí, quizá han pasado años, meses, días... tal vez horas, no lo sé, estoy completamente a oscuras. Tengo una especie de gran pijama blanca, me cubre desde el cuello hasta la punta de los pies, no siento frío, ni calor, las paredes qué me rodean son blancas y acolchadas, lo sé porque más de una vez he intentado darme de golpes contra ellas, más por aburrimiento que por otra cosa. No recuerdo como pasa el tiempo, no sé cuándo anochece ni cuando amanece. Sin embargo, algunas veces prenden la luz por 180 minutos, lo sé, lo he contado, luego todo vuelve a ser oscuridad por 360 minutos y luego nuevamente luz. Siempre es el mismo patrón, una y otra vez.
Trato de recordar el motivo por el cual termine en este lugar, pero no recuerdo mucho, incluso si trato de pensar en algún breve recuerdo, nada. Me he quedado mucho tiempo mirando hacia la nada intentando traer algún recuerdo, por más breve; un olor, un sabor, una imagen, nada. ¿Acaso sería una loca que no pueden tener con la sociedad? es la gran pregunta qué siempre me ronda por la cabeza, pero por más que lo pienso no siento que este loca, tenga instintos asesinos o algo que me convierta en un peligro para alguien más.
Pocas veces me he visto en el reflejo de los azulejos del baño cuando vienen por mi para permitirme asearme. Mis uñas son cortas, casi al borde del dedo y no es de extrañar dada la ansiedad que me produce estar en este aislamiento; Creo que soy bonita, claro que mi única referencia son las dos mujeres regordetas que cuidan la entrada y cuentan el tiempo para que no me demore más de la cuenta. Tengo un extraño cabello blanco y lacio a la altura de mis hombros. Cada cierto tiempo cuando me asean me lo cortan tan bajo que siento como raspa contra mi mano cuando la paso por mi cabeza.
Mis facciones son completamente ajenas a mis recuerdos, no recuerdo haberme visto en el reflejo de alguna otra parte que en el baño. Mi tez es blanca, tengo una nariz pequeña, cara fina y labios delgados. Mi cuerpo es delgado, tengo moretones, siempre en lados diferentes cuando me aseo y lleno de cicatrices. La más significativa esta en un costado de mi abdomen. Humm, el olor del jabón es tan dulce, sin dudar puedo decir que son los 15 minutos más placenteros en todo lo que recuerdo de este lugar.
Vuelvo en mí y me encuentro en la misma pequeña habitación de aproximadamente completamente vacía, a excepción de un viejo catre oxidado que rechina con cada movimiento que hago. Hace algún tiempo opte por dormir en el suelo, pero cada vez que ellos llegaban y encontraban las almohadas en el suelo me castigaban. De hecho, creo les divierte golpearme ya que lo hacen sin ningún motivo aparente, generalmente lo hacen con unos bastones que traen colgando de sus caderas. Me quitaron la almohada y el colchón aludiendo que no soy más que un perro, pero no me importó, al final de cuentas la incomodidad me hace recordar que aun soy una persona con... conciencia.
A veces me quedo sentada en el catre vacío que hace de cama mirando hacia la pared, o eso creo, sé que tengo mis ojos abiertos porque después de cierto tiempo comienzan a resecarse si no parpadeo. No miro nada en especial, básicamente no veo nada por la oscuridad. Pero no tengo nada más que hacer que contar el tiempo pasar.
Suena la puerta, ya llegaron, mi piel se eriza cuando escucho los cerrojos. Todos los días es igual, no puedo acostumbrarme al maltrato que me profesan cada vez que vienen. Rápidamente subo al catre que, como es usual, hace un gran chillido como si se fuera a desarmar y me siento con las rodillas pegadas en mi pecho, justo en el rincón del pequeño cuarto, cual animal asustado temeroso de lo que va a ver pasar por la enorme puerta de metal reforzada.
Son dos, uno de ellos trae consigo un maletín negro de cuero con una placa que dice "Dr. J.T" ya sé lo que eso significa. Saca una carpeta negra, es la primera vez que la veo.
- Paciente X453, 23 años, categoría C, prueba de inmunología – Dice quien asumo es el Dr. J.T.
Pone la carpeta de nuevo en el maletín y saca un frasco con un líquido azul dentro, posteriormente inserta la aguja y llena la jeringa de ese líquido. Cada vez que hacen eso caigo en un profundo sueño y luego despierto con moretones por todo mi cuerpo. No puedo recordar nada después de que me inyectan.
- ¡LEVANTATE! – Soy gritada por su acompañante siendo amenazada con el enorme bastón que carga en su mano derecha.
No soy capaz de moverme, estoy completamente paralizada ¿Qué me pasa? No me tienen permitido hablar, ni gritar, ni siquiera puedo hacer un leve sonido sin que me castiguen, aunque siendo honesta no sé si puedo hablar.
- ¡QUE TE LEVANTES TE HE DICHO! – vuelve a gritarme esta vez asestándome un fuerte golpe en la cabeza que me deja mareada.
No controlo mi cuerpo, sencillamente no me responde, la cabeza me da vueltas. Siento como bruscamente soy tomada de uno de mis brazos y arrastrada fuer de la habitación como un trapo viejo. Me llevan a un cuarto donde pitan muchas maquinas, "bip, bip, bip", el malnacido que me llevaba a rastras me deja tirada al lado de una camilla y da la vuelta. Alguien viene, solo puedo ver sus pies, me levanta como un bebé y me deja encima de la camilla. Es un hombre, toma mi muñeca y mira su reloj, examina mis ojos, y abre mi boca mientras llena unos datos en su tableta. De repente clavan una aguja en mi pecho y tomo aire casi que de inmediato. Duele, como todo en mí, siento una electricidad recorriendo cada parte de mi ser, mis dedos comienzan a moverse, puedo sentirlos nuevamente, estoy recobrando el movimiento de mi cuerpo.
Siento un pinchazo en mi brazo y veo como un líquido rojizo y espeso sale de mi interior por donde la aguja penetra. Sella la manga de mi pijama que comienza a mancharse de sangre. Se queda de pie a mi lado, mira su reloj y escribe algo nuevamente en la tableta que tiene en sus manos. Giro un poco mi cabeza y veo al guardia, está de pie al lado de la puerta con su mirada asquerosa y su sonrisa de medio lado. No entiendo de qué se ríe, supongo que le divierte verme casi inerte en esta maldita camilla.
Me duele la cabeza, estoy mareada por el golpe que me dieron, siento como la cabeza me palpita justo en el lugar del impacto, lagrimas comienzan a brotar por mis ojos, quiero gritar pero por más que abro la boca e imprimo toda la fuerza que tengo en mis pulmones el sonido no sale o eso creo, no sé si intento gritar o solo distorsiono la realidad producto del mareo que siento. Intento recordar como gritar, como sacar la rabia que se apodera de mí cada vez que me golpean sin justa causa. Nada, no sucede nada.
Algo me invade en el pecho, no sé si es por las lágrimas que caen por mis ojos la frustración de no poder hacer un simple ruido por cobardía. Sí, eso soy, una cobarde que no es capaz de defenderse, sino que es tratada como a un muñeco o una rata de laboratorio.
Algo caliente comienza a bajarme por la ceja, poso mis dedos sobre el líquido, se siente espeso, es sangre, más sangre. Lentamente el mareo se vuelve peor, todo se oscurece... ¡MALDITO BASTARDO! Veo como otra aguja penetra mi piel, la inconciencia me llama y no puedo hacer más que entregarme a ella.
Al menos hoy he averiguado quien soy, soy la Paciente X453.
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