/0/12549/coverbig.jpg?v=c75fb40b520892b015232112bd4449e6)
convirtiéndose muchas veces en una verdad absoluta. "La vida es demasiado corta para pasarla sufriendo" o "ella no querría verte feliz" fueron algunas de las que había absorbido para mí. Había pasado por un duelo hace cinco años, y durante al menos tres todos decían lo mismo, que era hora de superar lo sucedido. Tal vez sería fácil para todos decir eso, pero sólo aquellos que sufrieron sabían el tiempo necesario para empezar a mejorar en relación con eso. Pero después de tanto insistir, ahí estaba yo, viviendo intensamente mi soltería durante dos años. - Oye, Beto, mira esa pareja - le di un codazo a mi prima que estaba a mi lado en la barra y señalé a dos mujeres en un rincón del club que estaban hablando. - Precioso, pero hay que ver si van acompañados... - Esto lo podemos conocer de cerca. - Le di una palmada en el hombro con el dorso de mis dedos y comencé a tirar de él hacia la pareja que estaba hablando. - Hola.- Levanté la botella que sostenía, a modo de saludo. - Te vi al otro lado y pensé en ofrecerte un trago. Miré los dedos de las dos mujeres, que no llevaban anillo, y les sonreí aún más. Fue mi día de suerte. - Claro que puedes, querida - la rubia, que parecía más alta que la otra, le dio un pequeño guiño y una sonrisa de reojo, llena de picardía. A propósito golpeé mi hombro contra Beto, para celebrar a las chicas que habíamos encontrado, pero él no parecía muy feliz. - ¿Y por qué dos guapas como tú están solas en un club? - Me llevé la botella a la boca apenas hice la pregunta. - Todavía no habíamos encontrado a nadie que nos gustara. Miré a Beto que empezaba a hablar con la otra mujer, morena, muy bonita también. Mi primo a veces podía ser un poco severo y yo tenía que ser más firme al empujarlo hacia alguien, pero creía que con eso le iría bien. - ¿Y tu? Podría estar con algunos si quisiera... - Oh, ya estuve con uno esta noche, fue divertido - Le di una sonrisa de reojo, provocativa en la forma que sabía que les gustaba. - Entonces eres de esas celebridades que se hacen pasar por un semental de club... - también se llevó su propia botella a la boca, mirándome de reojo, con una muy exagerada intención de seducir. - Algunas personas me consideran así, pero yo diría que soy una persona libre, eso es todo. - Me gusta la gente así. - Pasó su lengua por la boca de la botella mientras me miraba. No juzgaría la forma en que solía mirarme, pero eso hace unos años no me habría emocionado en absoluto de hablar con ella. Pero como dicen, el tiempo cambia a las personas, y aquí estaba yo dándole una sonrisa de reojo, siendo –o fingiendo ser– seducido por su movimiento. - Entonces, ¿quieres bailar? - Señalé la pista de baile, donde varias personas saltaban a un ritmo donde era imposible distinguir la letra de la canción. Ella aceptó y nos dirigimos a la pista de baile, dejando nuestras botellas en la barra del bar. La música era atractiva e incluso ardiente, especialmente cuando tenía a una mujer sexy como esa bailando para mí. Estuvimos así por mucho tiempo, hasta que la jalé por la cintura, acercándola a mí. Su mano se detuvo en mi pecho y usé la mía para quitar el pelo que se le pegaba a la cara debido al sudor del baile. Sigilosamente llevé mi mano a la parte posterior de su cabeza, sin quitar nunca los ojos de su boca y me acerqué cada vez más. Cuando ella no retrocedió ni me contradijo, me tomé la libertad y fui a darle un beso, que fue rápidamente devuelto. La mujer me abrió la boca, recibiendo mi lengua en su boca, mezclando su sabor con el de la cerveza que había bebido. Antes de que pudiera terminar el acto, fui jalado bruscamente por detrás y como no me lo esperaba, esto me hizo alejarme de la chica que tenía su lengua en mi boca. Sí, todavía no sabía cómo se llamaba. Pero tomé nota mental de preguntar tan pronto como me deshiciera de quien me estuviera molestando en un momento sagrado como este. Pero tan pronto como me di la vuelta, la mujer a la que había besado esa misma noche estaba de pie con los brazos cruzados frente a ella y mirándome con cara de enojo, como si le debiera una satisfacción. - Hola... - Prácticamente grité para hacerme escuchar por encima de la música a todo volumen. Y sí, tampoco recordaba su nombre. Puse mi mano en mi cabeza, rascándome el cabello y sonriendo en un intento de ganármela. - ¿El agua que dijiste que ibas a beber y me hiciste esperar todas estas horas está en esa boca? Mujeres con síndrome de posesión. Te besas una vez y ella piensa que ya están juntos. Ese era el chico frente a mí.