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En un mundo donde la magia es el epicentro, dos reinos poderosos, Moonlight y Goldenfire, están en guerra desde hace años, enemistados por su deseo de demostrar quién es más fuerte. Ayla, la hija menor del rey de Moonlight, es una chica de gran fortaleza, un don mágico excepcional, deslumbrante belleza y un corazón generoso. Su increíble bondad la lleva a cruzarse con Alexandro. Alexandro, el tirano rey de Goldenfire, es un hombre maquiavélico, inteligente, dominante y cínico. Su único objetivo es poseer el libro perdido, una reliquia capaz de conceder tres deseos sin restricciones, alimentando así su insaciable sed de poder. Cuando Ayla conoce a Alexandro, desconoce que él es el temible villano del que todos hablan con temor. Entre ellos florecerá un amor prohibido, pero este se verá amenazado por la presencia de un tercero en discordia. A pesar de seguir caminos separados, el destino ha entrelazado sus vidas para siempre. La lucha entre el bien y el mal se intensificará, y ambos deberán enfrentar obstáculos y desafíos que pondrán a prueba su amor y lealtad. En un mundo donde la magia y el poder chocan, Ayla y Alexandro deberán decidir si el amor que sienten el uno por el otro prevalecerá sobre las fuerzas que intentan separarlos. El destino ha trazado su camino, pero solo su valentía y determinación determinarán su destino final.
*AYLA*
Estaba caminando en los pasillos del palacio como de costumbre admirándolo con detenimiento, el castillo era inmenso y sus paredes eran de fino mármol pulido, repletas de hermosos cuadros y bellas decoraciones lunares. Estaba demasiado aburrida así que decidí dirigirme a la escalera que llevaba al área en donde se encontraba mi alcoba, cuando entre tome una capa de mi armario para cubrirme del fuerte frio y nieve que hacia afuera, no era como si me molestara el frio, al contrario me encantaba. En mi reino la estación del año que predominaba era el invierno, en donde todo alrededor se teñía de un hermoso blanco, los árboles se secaban y los ríos y lagos se cubrían de una gruesa capa de hielo en donde me encantaba patinar.
Hace mucho tiempo que no intentaba salir fuera de los límites del castillo ya que mi reino estaba en guerra con el reino de Goldenfire, no tenía muchos conocimientos acerca del porque inicio la guerra pero no había señales de una posible tregua.
Ese reino era conocido por ser un reino muy fuerte y poderoso, en donde habían magos muy poderosos y fuertes, pero entre todos ellos el más fuerte de todos era su rey, alrededor de él había un gran misterio ya que ni su misma gente sabía su nombre, pero todos sabían de su gran fiereza y fuerza.
Es un rey muy cruel y ambicioso, sediento de poder. El cual más de una vez ha intentado atacar a mi reino en múltiples ocasiones, sin éxito alguno debido a la barrera que existe alrededor de mi reino.
Ya estaba cansada de estar encerrada y sentía que en cualquier rato iba a enloquecer así que haría cualquier cosa por salir de este lugar.
Me escabullí y salí sin que me vean los guardias, mi padre siempre insistía en que debía salir con ellos para que me protejan aunque yo insistía que podía cuidarme sola.
El salir fue algo difícil esta vez ya que había guardias por todos lados cubriendo las puertas principales del castillo y sobre todo el ala en donde yo dormía, pero yo conocía el palacio mejor que ellos , no era la primera o la última vez que me escapaba, ya conocía todo el lugar a la perfección, me adentre en el frio y blanco bosque en donde cualquier persona podría perderse, y lo digo con experiencia ya que me perdí como mil veces antes de aprender bien el camino. Iba distraída observando el bello paisaje nevado, era un lugar increíblemente bello con pinos de más de tres metros de altura, casi a orillas del bosque había un gran rio congelado por el clima, cerca al rio vi a un hombre que parecía muy mal herido. Desenvaine mi espada, por si la persona que le causo tales heridas a ese hombre seguía cerca, ya que no quería terminar igual y me acerque lentamente.
¿Te encuentras bien?- Le pregunte a aquel hombre, mientras me acercaba aun con cautela con la espada en mis manos, agradeciendo de que estaba inconsciente y que no pudo escucharme. Más bien ya que es una pregunta muy estúpida si ves a alguien que se está desangrando.
Al acercarme lentamente y tomar su pulso me di cuenta que seguía vivo aunque al borde de la muerte mire con detenimiento su pecho y vi el escudo que había en su armadura, justo en su pecho, era del reino de ''GOLDENFIRE'' era un hombre muy guapo aparentemente de unos 25 a 30 años, de cabello castaño claro que le llegaba hasta los hombros, una fuerte mandíbula, pómulos marcados, una barba de pocos días y una cicatriz en su ceja derecha que le llegaba hasta el inicio del pómulo, mientras me decidía a donde llevarlo para atender sus heridas me acorde de una pequeña cabaña no muy lejana, que le pertenecía a unos campesinos que se mudaron durante una de los tantos ataques del rey de Goldenfire.
Levante a aquel hombre como pude y lo puse sobre una camilla improvisada que hice con mi capa y una rama que encontré cerca, lo arrastre con dificultad ya que era demasiado pesado y era muy alto...
Una vez en la cabaña lo acomode en la cama, le saque su armadura y seguí atendiendo sus heridas con un botiquín que encontré, cosí su herida pero su piel estaba muy pálida, tenía mucha fiebre y la herida no paraba de sangrar, levante su camisa blanca que ahora era carmín, la herida era profunda en su flanco izquierdo pero no había perforado ninguno de sus órganos así que solo lo tenía que cocer y bajarle la fiebre.
Lo cosí y use mi magia de hielo para bajar su fiebre, lo arrope y fui al huerto para sacar algunas verduras y prepararle una sopa, una vez hecha la sopa me senté en un sofá cercano y lentamente me fui quedando dormida.
*ALEXANDRO*
Me desperté con un horrible dolor de cabeza y todo me daba vueltas, no reconocía el lugar en el que me encontraba, lo último que recordaba era que un soldado del rey Magnus me había herido de gravedad y me había dejado moribundo como si fuera una escoria.
Trate de sentarme pero estaba tan mal herido y había perdido tanta sangre que me resultaba imposible, sentí un delicioso aroma y me senté como pude, gire mi cabeza hacia dónde provenía aquel delicioso olor y al hacerlo vi a una mujer muy hermosa, la más bella que había visto en mi vida, su cabello era largo de color negro azabache con blanco en las puntas y rizado, su piel era blanca al igual que la nieve y sus labios eran casi tan rojos como una manzana, sus mejillas eran de un rosa pálido y el escudo en su capa me alarmo ya que era el escudo de Moonligth, aquel bello ángel era mi enemiga por naturaleza. SÍ se supone que tenía que odiarla ¿Por qué me parecía el ser más hermoso en el mundo? Al parecer mi mirada era tan profunda que la desperté, sus ojos eran grandes de color marrón casi negros y su apariencia era la de una muñeca de porcelana.
• ¡Oh! Qué bueno despertaste.- Me dijo mientras me dedicaba la más bella de las sonrisas.
• ¿Tienes hambre? Hice sopa, no soy muy buena cocinando pero te va a ayudar a recuperar tus fuerzas.- Como yo no contestaba y me limitaba a observarla con una mirada lo más sebera que podía en su presencia, se me acerco y mientras menos lo esperaba con una de sus manos tomo mi barbilla y con la otra toco mi frente, me sobre salte y mi espalda golpeo fuerte el respaldar de la cama.
Ya no tienes fiebre, eso es bueno, no tienes que sobresaltarte te juro que no te voy a hacer daño, mi nombre es Ayla y ¿el tuyo?- mi seño antes fruncido desapareció y fue remplazado por una sonora carcajada, aunque ella era alta aparentemente de 1,70 yo era mucho más alto y fuerte que ella ¿Por qué tendría que temerle?
Por lo visto algo de lo que te dije te causo gracia y no eres una persona muy agradable y ya que no estás dispuesto a conversar, me voy, come si quieres.- Me dijo con disgusto, pero aun sonaba relajada.
*- No quise ofenderte, mi nombre es ALEXANDRO.- Dije casi gritando ya que ya estaba casi en la puerta.
Mucho gusto Alexandro, pero no estoy sorda no es necesario que grites.
*-¿Dónde estamos?
Estamos en una cabaña cerca de donde te hirieron, la verdad que no pensé que fueras a sobrevivir.- Mientras terminaba de decir esto vi que tenía una bandeja con un plato de sopa y un trozo de pan y me lo dio en las manos, lo mire con curiosidad y con desagrado ante la idea de que este envenenado.
No está envenenado, si quisiera verte muerto habría dejado que mueras.-¿A caso puede leer mi mente? Aunque sus palabras eran muy duras, su tono de voz era muy dulce y estaba acompañado de la más bellas de las sonrisas, si se supone que soy alguien de un corazón tan frio y duro como roca ¿Qué hago pensando en esto?
Tome la bandeja con cautela y la acomode en mis piernas ahí fue donde recién note su espada envainada en su cinturón. ¿Si era miembro del ejercito de Moonligth porque me ayudo?
*- Gracias, ¿Por qué me ayudas?- pregunte con bastante curiosidad
Mmmm simplemente por amabilidad, por tu expresión que acabas de poner ¿No deben ser muy amables contigo cierto?
*- ¿No eres parte del ejercito de Moonligth?
Si lo fuera, ¿No crees que esta guerra ya se acobrado muchas vidas? A mi forma de pensar, en estos momentos no eres mi enemigo, sino eres una persona mal herida y dejarte morir simplemente por dónde vienes y sin conocerte no sería algo bueno.
*- Solo espero que no te arrepientas.
Trate de tomar la cuchara y llevarla a mi boca pero realmente estaba muy cansado y me dolía moverme, lo intente un par de veces y no pude, ella me observo con ojos curiosos, me quito con delicadeza el plato de mis manos y con la cuchara que yo tenía anteriormente me empezó a tratar de dar de comer, le agradecí con la mirada ya que, ya no tenía fuerzas de hablar y me empezó a dar de comer.
Al acercarse a mi pude sentir su olor a flores y coco, y no pude reprimir una sonrisa.
¡Listo! Acabaste todo, descansa yo me tengo que ir sino me voy a hora me van a buscar y darán contigo, mañana vuelvo.- Realmente no quería que se fuera, jamás había sentido tal sensación en mi pecho por nadie. Aunque tuviera la apariencia de un Ángel y me estuviera ayudando no podía bajar la guardia, no tenía que sentir nada por ella, pero... ¿Cómo lo haría?
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