- Así que, Sr. Monteiro, llevamos aquí más de una hora y no hemos llegado a ninguna parte. Ya me duele la cabeza. Mi tiempo cuesta dinero. ¿Puede dejar de perder el tiempo e ir al grano? - dije golpeando la mesa con el bolígrafo. Me estaba impacientando.
- Por eso prefiero a Bernardo que a ti. ¡Eres muy insolente! - refunfuñó el moreno sentado frente a mí.
¡Joder! Bernardo, ¡te voy a matar por esto! Me incliné hacia delante, apoyando los brazos en la mesa de cristal y me enfrenté a él.
- ¡Escuche, señor! En primer lugar, diríjase a mí como Sr. Oak y no a usted. Mi querido hermanito está de viaje de negocios y no puede estar aquí, así que deje de llorar y acabemos con esto de una vez". - Solté un resoplido y me levanté de la silla. Me senté a la mesa, mirando fijamente al hombre. - 'Y por favor, ve al grano. ¿Qué es lo que quiere? No estoy aquí para perder el tiempo.
Empecé a sentir un dolor en la rodilla. Qué raro... Debe de ser por estar mucho tiempo sentado.
- "De acuerdo. Le diré por qué he concertado esta reunión..." Miró a su alrededor, se enderezó en su silla y me miró. - "¿Podría darme un poco más de tiempo para el pago...? 'Sabe, vamos a abrir un nuevo piso residencial en Manaus. Y no podré...
- Paga - le corté. - Una vez más, pero esta vez tienes que pagar. No vamos a cambiar el plazo. Lo siento.
Me levanté de la mesa, volví a mi silla y me senté.
- NO PUEDES HACER ESO!", saltó de su silla, gritando y fulminándome con la mirada en mi salón.
Me llevé la mano a la cara, conté hasta diez, ¡porque mi voluntad era echarme encima de este idiota!
- ¡Primero baje el tono, no está hablando con sus empleados! Entonces quiero respeto. ¿O voy a tener que llamar a seguridad para que te saquen de aquí?". - Me levanté y le miré fijamente con el garfio fuera, mencionando llamar a seguridad.
Asintió y se sentó en su silla.
- Ahora podemos hablar como personas civilizadas. Como te decía, tienes que pagar este mes. Dijiste que abriste un nuevo piso residencial en Manaus, ¿verdad? - Meneó la cabeza en señal de acuerdo. - Mira, esto es lo que podemos hacer. Tú me das una garantía y yo puedo darte un poco más de tiempo.
- ¿Una garantía? ¿Cómo que una garantía? - Levantó una ceja, sin entender lo que le decía.
Me llevé la mano al pelo y solté un suspiro. Se me está acabando la paciencia con este viejo.
- Necesito una garantía para dar ese plazo. Para que no me des cuerda, ¿sabes? - Le guiñé un ojo, que se cruzó de brazos y me miró fijamente.
Así que cogí la hoja de cálculo que estaba sobre mi mesa. Antes de empezar la reunión, le había pedido a mi secretaria que llamara a mi abogado para pedirle los informes financieros del residencial Monteiro. Me senté y empecé a mirar la hoja de cálculo. Entonces me reí de lo que estaba viendo. No me lo puedo creer. ¡Qué suerte! ¡Vitor, hoy vas a ganar mucho dinero!
- ¿Qué tiene tanta gracia? - preguntó, golpeando mi escritorio, que tembló por la fuerza que hizo e hizo caer mi portabolígrafos.
- ¡Lo divertido es que tu empresa está en quiebra! Y quiero tus acciones, ¡podrían ser la garantía de la que hablo!". - Señalé, me levanté y lancé la hoja de cálculo en su dirección. Su semblante cambió rápidamente.
- ¿Cómo has conseguido esto?" Me miró fijamente, señalando los papeles que sostenía.
- ¡Cómo lo conseguí no te importa! ¿Lo quieres o no?
- Pero no puedo hacerlo ahora... Tengo que pensar..." Hizo un gesto, pasándose la mano por el pelo gris. "¡Santo cielo! Esta es mi oportunidad de conseguir estas acciones a precio de ganga. ¡No puedo dejar pasar esta oportunidad!
- Sr. Monteiro, si no lo soluciona ahora, no tendrá otra oportunidad. Deme esa garantía y podré darle un poco más de tiempo para que nos pague. - Le aconsejé.
Me senté a la mesa mirándole, que se quedó un poco pensativo ante la propuesta que le hice. Tras cinco minutos en silencio, dijo algo:
- Sólo tengo una pregunta: si no consigo pagar a tiempo, ¿qué pasa? - preguntó rascándose la cabeza.
Me levanté de la mesa y la rodeé, poniéndome frente a él.
- 'Si por casualidad no puedes pagarme, son tres meses que nos debes y eso sin mencionar que utilizaste nuestros servicios para construir ese piso en Manaus, ¿recuerdas?', le dije. - Mencioné y él sacudió la cabeza y aceptó. Y continué: "Tendrás que dar una de tus acciones. Así de sencillo. - Le sonreí.
- No puedo hacer eso. - Protestó, se dio la vuelta, haciendo un gesto negativo con la mano.
- Tranquilízate. Por supuesto, eso no va a suceder, ¿verdad? Esta nueva residencia en Manaus será un éxito y podrás pagarme. - dije, levantando la mano para que me la estrechara.
Desvió la mirada, pero luego entornó los ojos. Dijo que aceptaba el trato. Lo celebré, me acerqué a mi mesa y cogí el interfono para hablar con mi secretaria.
- Laís, por favor trae el contrato. Gracias, señor.
- Pero, ¿por qué el contrato? - Preguntó arqueando una ceja. Es sospechoso.
Le expliqué que era sólo una formalidad, para que no tuviéramos problemas después. No me creyó, pero al final cedió. Entonces vino mi secretaria con el contrato y se fue. Se lo di y lo firmó sin leerlo. Perfecto. Después de firmar, me entregó el contrato. Le eché un vistazo, le estreché la mano y le acompañé a la puerta.
En cuanto me despedí, volví a mi mesa. Me recosté en la silla y me relajé un poco.
La reunión no fue tan aburrida. Me llevé bien.