isé una camioneta negra 4x4 en la entrada. Un hombre no muy alto, con camisa floreada, bermudas y una escopeta era el último
vanzando. Cuando mis ojos la encontraron, por su vestido floreado, no dudé ni medio segundo en caminar hasta ella. Estaba asustada, al i
es en ambos brazos, le sonrió con malicia. Era Charly Morrison. Ella rápidamente dió la vuelta en dirección contraria. Agradecí internamente por eso y no dudé en levantarla de inmediato cuand
s estúpido que se me podía ocurrir
la esquina y doblé, era un callejón con viejos departamentos. Y por donde había dejado mi auto cerca. Desaceleré mi paso, aflojé mi agarre dándome cuenta de que la había estado apretando un poco
unté, aún me sentía
tartamudeó y luego
a y miró su alrededor frunciendo el ceño. Estaba nerviosa y trat
l mes que entran delincuentes al mercado -le com
dijo sorprend
bía venido al mercado estos días. Pasé una ma
no roban nada. Al pa
. Me estaba estudiando, luego vol
-colocó un poco de cabel
unté esperando que
La calle siguiente del mercado
ver, quizás siguen eso
o aquí -dijo y acomodó
la situación anterior realmente, s
anzo a tu casa, lu
o estaba preguntando. Sea como sea yo iba a lleva
extraños -dijo par
lanca, tenía las mejillas un poco rosadas, sus ojos eran de color miel y sus labios, por más apretados
yo sí llev
totalmente seguro que me iba a seguir, pues yo tenía sus bolsas, pero aún así miré sobre mi h
la puerta de atrás, dejando sus bolsas en el asiento. Cuando la cerré, ella estaba ahí parada
e voy a ha
y traté de no r
ada. Ya habría hecho muchas cosas contigo -sue
-preguntó, pero por su tono no estoy s
e encogí de ho
pretar su boca, esta vez tratando de no sonreír por la vergüenza. Desv
tención de nuevo y volv
pondió con
. En cuanto se acomodó, le cerré la puerta. Di la v
amos? -pregunté com
rada silenciosa sobre mi, de nuevo me estaba estudiando. Cuando se
hora no estaba muy seguro de eso. A veces me miraba de reojo, y otras por la ventana. Soltó varios suspiros, como si el recorrido a su casa fuera interminable. Y por
o la dirección, pero no había dicho cual casa exactamente. Bajé automáticamen
bolsas? -pregunté l
sentir el perfume de su cabello, y dió un
ésta era mi casa
a -respondí, miré s
la retrocedió. Arrugó su f
-preguntó c
ng
egunta y respon
distraerla. Abrí la puerta de atrás y tomé las bolsas. Lueg
ó la vista hacia sus bolsas en
ecirle? ¿Conozco tu casa hace meses? ¿Te estoy sigu
eberías ayudar a
eño, mirándo
s lo que
? -pregunté, tratando de
stro curioso y su nerviosism
extraños -dijo antes de darse la vuelta
ella cuando se puso
ue yo sí
é? -cuesti
ré cuando ab
. Y a su dueña. Hacia la izquierda de la entrada estaba la sala, tenía una juego de sillones de tres piezas, una pequeña mesa en medio y un televisor en frente. Las paredes eran de
e las
ladrarme eufórico. En todo el tiempo que los había visto
con autoridad y él s
bía detenido a semejante perro con solo dos palabras. Aunque él seguía mirándome enojado y con desconfianza.
su trabajo de no permitir e
n la cocina. Puse sus bolsas de compras en la mesada, sin dejar de ver como manejaba a su mascota. Una vez él fu
lo que se venía- No r
a- ¿Le pusieron Román p
nático del fútbol -re
n tanta facilidad. Ella estaba a punto de rec
rápidamente supe que er
de sus llaves caer en
sin quitar sus ojos de mí,
e no, esto iba
nto me vió ahí parado- Nachos.
ana. Sí amigo, estaba dentro de tu casa, tenía ganas
co -respo
ro, abrió la heladera y comenzó a
untó Damián como si
ensado en mentir sobre mi identidad con ella. De to
-dije y est
o la liberó. Podía ver su rostro enojado tod
soltó Sara volteándo
se llama igual
lo
ojos estudiaban cada centímetro de mi rostro buscando signos d
nático del fútbol -dije lo
ó con su trabajo de meter las cosas en la heladera. Me
quedarte a
su hermana presente con nosotros. De otra forma, esta situación no estaría
tengo
acompaño -res
me seguía dando la espalda, haciendo sus cosas como si yo no existiera. Al parecer no tenía pensado da
-murmuró él abr
ije antes de salir y sin
no tenía que aparecer en mi trabajo por suerte. Aunque mi casa tampoco era el mejor lugar para estar que digamos. Lo único bueno de ahí er
Aunque, pensándolo bien, ni Damián ni Sara tenían contacto con su padre. Hacía mucho que llevaba averiguando sobre ellos, y vivían solo ellos dos en esa casa. Sus padres se habían s
ubí al cuarto de mi hermana tampoco estaba. Seguramente su madre la habría llevado por ahí. Era raro,
yo no hubiera llegado a tiempo al mercado, ellos ya tendrían a Sara. ¿Para quienes trabajaban? Aún n
que me había sacado y le marqué
erigües los expedie
ien
rri
e encontré con que ellas ya habían regresado. Olivia, mi hermana, estaba s
é despacio
luego sonrió levemente s
é y se encogió ligeramente de h
mucho de la casa. Al contrario de mi. Pero tratamos de que no sie
la saludé y
quedas a
de mi hermana, pero no la mía. Se había juntado con mi padre tiempo después de que mi madre muriera,
N
ra algo más, porque estaba seguro que lo haría. Subí a
o, al lado de una ventana. No estaba muy lejos de su casa, pensé. Podría darme una vuelta. A
culos y fotos. Charly Morrison, era el mismo hombre del mercado, con varios delitos cometidos
prisión domiciliaria
a retira de denuncia de su novia Amanda Soler, el conocido delincuente Charly Morri
zado a esa chica para
o -dijo la chica que me hab
Luego de entrar, lo abrí un poco y le di una buena mordida. Tenía mucha ham
pensarlo, ya estaba detenido en la esquina antes de su casa. Había un auto célica fuera de ella. Como suponía, era el de su ami
n lado no solo estaba curioso de sus movimientos, sino que aún seguía algo preocupado por lo que había ocu
e seguido al cine. Me detuve en el estacionamiento un
es Grace
ue estaba casada con George Tyree, el padre de Damián y Sara. Nunca solía vérselo a él ac
a en el mercado de la ciud
.