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Historia

Capítulo 5 Odio los dulces

Palabras:2542    |    Actualizado en: 28/03/2023

a

n quitarme el auto por un mes si no voy como princesa al

caminábamos al salón de clases. Leyla

o -ofrecí, aunque sab

brote de primavera? Defi

ir de compras -s

é y él nos guiñó un ojo. Nos tocaba Historia, que aburrido era empezar la mañana teniendo Historia. La profesora asi

mbos son abogados y personas demasiado agradables, pero casi nunca estaban en casa con mi amiga. Creo que por esa razón es que siempre le dieron con todos sus gustos, aparte de que también e

s porque comenzaba a tener ansiedad de tantas vueltas que me hacía dar y nada le convencía. Ella era heredera de una increíble altura y ojos verdes que resaltaba

ener que entregar

de un perchero. Una vendedora del local, de mediana

el local señoritas -me

tenía un chupetín en mi boca pero eso no significaba que iba a pasarlo por las rop

un cesto de bas

respondió ell

implemente le avisé a mi amiga que la iba a esperar afuera. Ella asistió, esperaba que definiti

ó y ambos me d

estas

eñora,

a yendo a trabajar, si quier

sonriente- Se lo diré

hos años y siempre nos invitaba a merendar por más que no era cafetería. Hasta el dueño ya se había acostumbrado a eso, así qu

dijo mi amigo antes d

ente. La parte de abajo la dejamos para buscar en otro momento y fuimos a Kissimie. Nos sentamos donde siempre, adentro a la derecha y al fondo en la última mesa al lado de la ve

lo de física

dí, odiaba física y todo

-preguntó mientra

rló Leyla y le tiré con

r bien el año e ir a la universidad. No es que alguna vez haya reprobado alguna materia, pero mis calificaciones en todas

cumpleaños? -de pronto

a estar para eso ni cualquier otra fecha importante, entonces no tenía

e sale -dijo S

ar. Tenía una remera negra, un jean oscuro y unos borcegos. Fruncí el ceño, pensando en que momento habrían entrado. Cuando puso su rostro de perfil lo reconocí.

l baño

álida para mi gusto y los rulos no estaban tan alborotados hoy, aún así los recogí en una cola alta. Acomodé las mangas de mi vestido azul con lunares que estaban algo dobladas

omo si fuera algo divertid

zás es tu día de

endían sus ojos. Jamás había visto algo igual. Pero su mirad

ro qu

necesitaba decir algo, estaba demasiado intrigada por volver a verlo una vez más. Caminaba con cierto aire de seguridad y

a mirarme nuevamente- Gr

nes -me guiñó un

amigos. A los pocos minutos lo vi a él volver a su lugar en la barra donde estaba junto con el otro

él y Leyla pausó la charla cua

r- Si ya sé... Estoy con los chico

iro de fastidio. Ya quisiera yo tener a mi madre para s

tomando sus cosas- ¿

a liberé, su humor no

vemos mañan

pero no paramos de conversar hasta que ni siquiera quedaron más galletas. Me comentó que ya estaba totalmente seguro sobre estudia

aciones para seguir pens

o sean eternas -n

oz de su madre- ¿Puedes venir a ayudarme hi

estaba limpia y los taburetes en su lugar. ¿En qué momento se habrí

esto -le dij

amuel conmigo. Los saludé a los dos con su mamá y me fui a casa. El aire afuera estaba un poco más fresco, me apresuré al caminar para entrar en calor. Aunque crucé mis brazos para abrazarme un poco a mi

e no vivía tan lejos de aquí, solo a un poco más de diez cuadras y estaba acostumbrada a caminar. Me gustaba hacerlo. De rep

zo? -pregu

o tengo que pensar q

sonreír- Vamos, entra -se estiró y abrió la puerta pa

taxi -dije aunque en realidad

e meterme en su auto y aceptar que me llevara. El chico

so -aseguró y me gu

ego -reparé su fras

sonreír genuinamente desde que nos habíamos visto. Su mirada siempre se veía dura y forzada. Eso, simplemente

como algo obvio cuan

ción. Todavía no me olvido que se detuvo en mi dirección exacta la vez anterio

r, rompiendo el silencio- Me ayudaste en el mercado y

vista al frente. Conducía a una velocidad demasiado pruden

gunté, mirando su perfil- No era l

tú, bastante conocido -respondi

al parecer tenía intenciones de alcanzarme ese día. Volví a sentir un poco ese escalofrío por la

¿Sabes com

silencio, quizás dudando si

rri

recordar lo que me había comentado

no muy convencido- Veo que e

o -me encogí

en voz baja- Por eso

tía nerviosa? Pero es verdad, era la primera vez que me subía al auto de un chico sin conocerlo y a

ió a traerme? -r

voz pausada y con aire divertido, aunque en

la primera vez que me había subido en su auto. Su presencia, aunque de extrañas coincidencias, se sentía segura. Terminamos llegando en silencio a mi casa, no quería ve

-dije abriendo la p

res caramelos en ella. Desde niña acostumbraba a pagar con caramelos cada vez que alguien m

dulces -dijo aún c

equivocaste

egundos a admirarla. Entonces me bajé del auto y casi que corrí hasta el interior de mi casa si

nrisa, aunque en realida

eguntó dándome u

¿p

días apareces

i habitación. Repetí el regreso a casa más de mil veces en mi mente, hasta cuando trataba de dejar de pen

.

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