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Historia
Segundas oportunidades

Segundas oportunidades

Autor: Kalissa Gil
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Capítulo 1 Primer enfrentamiento

Palabras:1567    |    Actualizado en: 11/03/2022

drian

Maritz

o soporto

de documentos que me dio a revisar? Hoy más que nunca me he dado cuenta

aritz

Adrian

¡No lo

erca o pasa en frente de ti. Además, no es secreto para nadie en esta empresa de Que ese odio q

e que te dé cont

tza es mi mejor amiga y confidente, desde que entre a trabajar a la empr

frente a la otra, pero esta era la manera más segura para despellejar a nuestros jefes a sus espaldas, a diferencia de que el Señor Sandoval, es un amor de persona, c

Entre abro la boca, mi lengua humedece mis labios y mis ojos recorren su cuerpo de arriba abajo, deteniéndose en ese lugar donde el pantalón se

orita Gómez? -me levanto de u

e mi voz se ha ido de vacaciones y no puedo ev

dad no figuraba en su curriculum porque de ser así, no la hubie

que parece

usted a esa forma de mirarme? -sus cejas están

eso temblorosa si sa

-. Necesito que lleve a mi oficina los do

se

o y respiro profundo, ¿qué acaba de pasar? Me pregunto, debí verme como una idiota.

na agitada Maritza ingresa como un torbellino. Se

ue eso? -pregu

do aún asimilando lo

gruño de rabia al escuchar eso. Algo que no me gusta de esta empresa es exactamente es

uede Mirándolo como p

rla, Maritza-. La baba se t

-exclamo- Y m

ro debe tener cuidado, tu osadía puede costarte tu e

. Bueno, debo llevarle estos documentos -le en

te antes que

termino empeorándolo más -l

mi lado. Me quedo mirándola con el ceño fruncido. Lleva un corto vestido negro ceñido al cuerpo, unos tacones rojos y el pelo lo lleva recogido en una coleta. Al verla no puedo evitar sentirme un poco decepcionada, ¿será la nov

lquier idea absurda que me estaba creando. Ingreso trastrabillando a la oficina cerrando la puerta detrás

centrado y lo observo con más detenimiento. Me quedo embelesada al observar sus facciones y me cuesta creer que un hombre tan atractivo, de cara y cuerpo envidiable, y con unos ojos café

anda mal, y es en este momento cuando mis nervios se disparan. Empiezo a rezarle a todos los santos existentes a que no perm

se queda viéndome unos segundos para luego bajarla nuevamente.

el que estaban y me lo entrega. Sus ojos se clavan e

r fin ha hecho algo bien -dice y puedo leer la b

o-. Es a usted que nada de lo que hago le agrada -le

haciendo que de unos pasos hacia atrás cuan

nta- Dije, que muchas gracia

ás, podría postularse para el puesto de president

-cuestiono

urla-. Aún le falta

o se acelera al verlo sonreír. La he liado, ya

ón y ya me imagino la cita en la lápida de mi tumba "mur

ir eso señor

en un verdadero cabrón, Señorita Gómez -estamos ta cerca que su nariz roza con la mía. Estoy segura de que si alzo un poco el rostro puedo rozar sus labios-. Será mejor que salga de mi oficina ahora -no espero un segundo y doy

tado si quiero acompañarlo -lo enfrento- y esta noc

si nada-. En tres horas pasaré a recogerla

acuso enojada, ¿cómo se atre

para mí -salgo hecha furia de su oficina con la ima

rmando Wes

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