ista de Al
ardo, buscando cualquier señal de él, cualquier indicio de que esto era una broma cruel, pero su rostro permaneció impa
o si fuera la dueña del lugar. Me ofreció un asiento en el lujoso sofá color
de una preocupación empalagosa-. Acabo de hacer un r
ante, ahora parecía burlarse de mí. Era una escena doméstica, cálida y acogedora, pero me sentía como una observadora alienígena, separada
solía enviarme escalofríos, pero que ahora solo resonaba con un dolor hueco. Sus cabezas estaban juntas, sus cuerpos alineados, una imagen perfecta e ínti
cualquier cosa para evitar la vista de su afecto sin esfuerzo. Cada mirada compartida, cad
l sofá. Las palabras se sentían extrañas, forzadas. Necesitaba esc
a de Cris
te importe, pero quité algunos de esos arbustos viejos y feos del jardín. Es
re, el día después de que mi madre se fue, un pequeño acto de desafío contra el vacío. Cada año, florec
va? -pregunté, mi v
me miró, su expre
io para su jardín de h
ía a la lógica, a la utilidad. Mi corazó
alar la suya. El descarte casual de algo tan precioso para mí se sintió como un insulto final. Esos arbustos eran un vínculo tangible c
ión. Solo necesitaba mi cuarto, mi santuario, el único lugar donde podía lamer mis heridas en pa
era mi
io, lleno de libros y bocetos, había desaparecido, reemplazado por un caballete reluciente y un lienzo a medio
trás de mí, su voz
mejor luz. -Hizo un gesto vago hacia la gran ventana-. Movimos tu
distante. Más f
on en algún lugar de mi garganta, ahogándome. Mi cuarto, mi último refugio, había s
o. Su perfil severo, pero suavizado, un atisbo de sonrisa jugando en sus labios, una intimidad que n
antes de que me trajera a "casa". Había estado viéndola, amándola, pintándola. Todo mientras yo estaba ahí fuera, desesperada por una migaja
Nunca había estado conmigo, no de verdad. Yo era una niña que manejar, una pupila que alojar, pero nunca amada. Nunca elegida. Mi
icas de Cris. Era un carrete interminable de su floreciente romance. Fotos de ellos en galerías de arte, su brazo alrededor de ella. Ella riendo, radiante, a
, una caja de terciopelo abierta en su mano. El grito de alegría de Cris. Su rostro, generalmente una má
La misma voz que había descartado mi amor como "enfermizo" e "infantil". La mi
sona, tan fácilmente, tan libremente. Toda la calidez, todo el afecto, toda la conexión profunda y duradera que yo había anhelado, se la ofrecía a ella sin pensarlo dos ve
cante. El sueño no llegó, no podía llegar. Mi mente repetía cada momento tierno, cada mirada amorosa, cada risa llena
de sonido, pero en el silencio opresivo de la noche, con mis sentidos hiperalerta, los sonidos íntimos se transmitieron. Mi cuerpo se tensó, un pavor helado subi
sollozo. Mis mejillas ardían, todo mi cuerpo rígido por el shock y el autodesprecio. Quería desapar
era pudiera bloquear la verdad. Los sonidos continuaron, una cruel sinfonía de su felicidad, su intimidad, su vínculo innegable. No podía respirar.
seía. Ricardo estaba en la barra de desayuno, no solo. Cris estaba con él, sentada en un taburete, su cabello rojo fuego un vibrante toque de color contra
va. Carraspeé, forzando una e
-anuncié, mi voz p
guntó cuándo volvería. Ni siquiera registró realmente mi presencia. Mis palab
aquí. Ya no. Era una intrusa, un fantasma rondando un hogar que ya no e
idad. Necesitaba un nuevo camino, un nuevo futuro, uno que no involucrara a Ric
asesora académica, en su oficina, rodea
tación interior-, me gustaría preguntar sobre las oportuni
, sus lentes pos
stre pasado y lo rechazaste. Dijiste que tenías "otros compromi
n destello de ver
. Necesito esto. -Mi voz se quebró en la última palabra, traicionando la súplica desesperada en mi inte

GOOGLE PLAY