sta de Elen
ntelecto distante, se contorsionó en a
ado? Ele
fono. El nombre de Karla Gamboa brilló en la pantalla. «Dr.
luego de vuelta a la pantalla brillante.
o, Karla. Vo
crudas e inflexibles. El dato urgente. La protegida brillante. Mi décad
mente era ciego. Ciego a todo lo que no encajaba en su mundo científico meticulosam
había vendido ya estaba siendo preparado para sus nuevos dueños. Mi dormitorio temporal se sentía com
ir. Un lugar al que había jura
rgura omnipresente de mi padre. Mi madre, una violeta perpetuamente encogida, me recibió en la puerta.
o. Siempre adoró a Alonso, no por él, sino por lo que su nombre representab
mamá -dije,
la mano a
nde? -Su mirada buscó la mía, buscando deses
na cerveza en la mano, su ro
genio! ¿No sabes lo raro que es eso para gente como nosotros? -Sus palabras eran ar
r -empecé, pero
e te iba a comprar... ¡era nuestro boleto para salir de aquí! ¡El futuro de nuestro Jaime! -Gesticuló salvajemente
adora», finalmente levantó la vista, s
, ¿verdad? Viviendo la gran vida, mientras yo estoy atrapado aquí. -Lanzó su teléfono al cojín-. Escuch
inclinó hacia adelante,
vaporar. ¿Mi préstamo para el negocio? Desaparecido. ¿Y qué hay de tu nuevo y elegante trabajo en el desier
azón roto, mi dignidad, o la década que había pasado tratando de ganar su esquiva aprobación. Solo veían la pérdida de una i
imió mi madre, sus manos retorciéndose en
mí: la furia de mi padre, la débil acusación de mi madre, el resentimiento engreído de J
que su botella de cerveza se estrellara contra la pared, un fragmento de vidrio había volado y se había in
dolor físico era un latido sordo en comp
tomé mi pequeña bolsa de lona de
madre, una nota de pánico
ó mi padre, poniéndose de pie de un s
do cruel y burlón que me s
nde te lleva tu preciosa cien
os gritos y las maldiciones desvaneciéndose detrás de mí. El mun

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