vista d
s me entregaba el disco duro. "Sra. Rivas, ¿está segura d
esde hace seis meses y enfócate en mi oficina", orden
padeó, mostrando una vista panorámica de mi oficina inmaculada y minimalista. Las imágen
í estaban. Da
habían ido. Una botella de vino compartida. Risas, susurradas e ínti
de acababa de hablar con Damián, donde había colocado mi regalo. Estaban allí, en mi escritorio, sus manos en la cintura de
mensajes, escuchado la confesión. Pero verlo, ver la prueba fría y dura de su inti
a Elena hoy... es tan ordinaria. ¿No crees que merezco algo especial? ¿Algo que sea sol
e su abrigo y sacó una pequeña caja de terciopelo. La abrió. Dentro, acunado en un cojín de satén, había un delic
le había comprado un tesoro único. La profundidad del trato preferencial, el absoluto desp
escritorio donde pasé incontables horas construyendo el imperio que mi familia me había confiad
amente, sacando sangre. Pero no me inmuté. Observé, cada detalle quemándose en mi memoria. Esto no era solo sobre inf
eso les habría dado la satisfacción de ver mi dolor, de verme desmoronarme. No. No les
voz apenas un susurro, pero cortó el
n mi alma. Se creían listos. Creían que yo no me daba cuenta. Estaban a
en el suelo con Ximena, construyendo una torre de bloques, su risa resonando en la
s". Se levantó, buscándome, pero lo esquivé con gracia
ré, mi voz suave para ella, pero u
mente. "¿Todo bien, cari
irada. El aroma de su amante, débil pero persistente, todavía se a
r. Y acosté a Ximena. ¿Quizás podamos tener un poco de tiempo de calidad juntos?". Sus ojos ten
dije, mi voz plana. "Ha sido un
ya estaba arropada, su pequeño rostro pacífico en el sueño. Me senté en el borde de su cama, observándola respirar. Mi
do abiertos. "¿Mami?", murmur
aquí", susurré, aca
bre la Princesa Brenda?", preguntó,
ló. Princesa Bre
", pregunté, mi vo
s! Siempre me trae juguetes mágicos y dulces deliciosos. Es mucho más amable que...". Ximena hizo una pausa, s
, un veneno que se filtraba en su mente inocente. Me estaba socavando activamente, interpretando la
s sutiles en que se apartaba de mí. No solo habían robado un bebé; habían robado mi relación con la niña que creía q
estilo permisivo y consentidor de Damián. Quería que Ximena fuera fuerte, capaz, resiliente. Pero Brenda,
intrincada, tan impecablemente ejecutada, que había sido necesaria una emergencia médica para desentrañarla.
odiar a esta niña? Era una víctima, como yo. Pero, ¿cómo podía mirarla y no ver
su vocecita sacándome del
cesa Brenda es una princesa muy especial". Mi voz era uniforme, tra

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