vista d

ido, flores marchitas, pasteles a medio comer- se burlaban de la farsa festiva. Damián estaba de pie junto a la chimenea, de espaldas

a apenas contenida. No se dio la vuelta. "¿Qu

su rostro manchado de lágrimas, una imagen de inocencia agraviada. "¡Me acusó, Damiá

hagas caso. No está en sus cabales". Me lanzó una mirada venenosa por encima de la cabe

a ridícula acusación sobre el regalo. Luego, la escena con la policía. Ahora, has traumati

icionado, pero él era el traidor. Todas sus acusaciones solo confirmaban mis sospechas más oscuras. Estab

carne, un recordatorio magullado de su ira cruda. "¡Mírame, Elena! ¡Dime por qué estás haciendo esto! ¿Por qué inte

s en los míos. "Discúlpate con ella,

con un raro trastorno sanguíneo, afirmó necesitar un trasplante de médula ósea. Yo, la heredera conocida por mis obras filantrópicas, había sido su donante compatible. La empresa, y yo personalmente, hab

rado plan para tejerse en mi vida, para ganar mi confianza, para acercarse lo suficiente a Damián, lo suficiente a mi propia

a solo una aventura repentina; era un asedio largo y meticulosamente planeado. Cada "amabilida

era un pára

ro torcido por el miedo y el resentimiento. "¡Mami, para! ¡

hija, la niña que había criado y amado, me odiaba. Me odiaba por sus mentiras. Era un d

tamiento irracional! ¡Estás alejando a todos! ¡Estás dañando a nuestra hija!". Acercó a Brenda y a Ximena, for

ña que me habían hecho creer que era mía- alejánd

ran espacio vacío haciendo eco de mi vacío interno. Mi mano buscó la tetera, mis movimie

un temblor repentino e inexplicable me recorrió. La taza se resbaló. El agua caliente salpicó mi mano, quemando mi pi

e formaba en mi piel,

voz cruda, rota. "Y tú, Damián Potter, y

derramada y la taza rota. Caminé hacia la recámara princi

El sonido reverberó a través de la silenciosa mansión, una puntuación f