img El costoso juego de amor de mi jefe  /  Capítulo 2 | 20.00%
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Historia

Capítulo 2

Palabras:1053    |    Actualizado en: Hoy, a las 10:56

Alejand

aban sobre la lujosa alfombra mientras me acercaba a su oficina, el sonido de los sollozos teatrales de Karla ha

spesa por lágrimas falsas-. ¡Todos me miran como si no me

, su voz un murmullo bajo y reconfortante-. No les

nquilizadoras, el mismo toque gentil que había usado conmigo innumerables veces después de una junta directiva particula

ántas veces él simplemente había escuchado, asentido y ofrecido palabras vacías? Ni una sola vez me había defendido de verdad. Ni una sol

de verdad. Nunca. Ni mis sentimientos, ni mis luchas, ni mi dolor. Yo solo e

bitación de repente silenciosa. El brazo de Humberto, que claramente había estado sobre los hombros de Karla, cayó

ció, un destello de irritación

uieres? -su tono e

e había interrumpido

tartamudeé, mi voz apenas un susurro,

petó, sus ojos brillando-. Porque francamente, Alejandra, tus celos se están volviendo

ando activamente, acusándome de algo que ya ni siquiera sentía, no

. -empecé, pero

rancamente, tu actitud no ayuda. Creo que le debes

todas las veces que había racionalizado su comportamiento, convenciéndome de que

la boca. No me quedaba lucha. Ni palabra

ación final. El último jirón de mi dignidad sería arrancado aquí, en esta oficina, frente al hombr

n extraño desapego, como si me es

toda emoción-. Me disculpo. Yo... me discul

ra de cristal, amenazando con hacerse añicos. Mantuve la reverencia, esperando algún reconoci

palda. La mano de Humberto, firme e inflexible, presionó contra mi cintura,

u aliento caliente contra mi piel-. Demuéstral

tella rota. Humberto estaba justo delante de mí. Instintivamente lo había empujado fuera del camino, recibiendo yo el golpe contra una pesada mesa de mármol. Mi espalda baja había

O quizás, nunca l

ganza, el fuego extendiéndose por mis músc

ente dulce, me trajo de vuelta. Se acercó un paso, sus ojos b

mente. Me tambaleé, agarrándome el costado, mi visión nadando. Sus ojos se encontraron con los mío

di la vuelta y salí de la oficina. Cada paso era una agonía, física y emoc

nzantes, pero silenciosas. No eran por Humberto. Eran por la mujer ingenua y esperanzada que había si

e había

egorio Ashley". Imprimí el documento, caminé hasta su cubíc

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