/0/21714/coverbig.jpg?v=cb36aee71b3eaed2cef5c96cde8718c5)
te secreto, mi jefe Humberto. Pero por quinta vez, le dio el
ad brutal que toda nuestra relación era solo una "estrategia rent
e Karla, lastimándome de nuevo la espalda. Cuando finalmente renuncié, su
irecto al buzón de voz. Una notificación reveló después por qué: estaba en el escenario de l
amaba me había
ezar a sanar, apareció en la puerta de
aría. Lo haría enfrentar
ítu
Alejand
tal – Karla Chen". Por quinta vez. Cinco veces había entregado mi alma a esta empresa, a este puesto, solo para ser ignorada por alguien menos competente, alguie
me sabía a ceni
no estaba haciendo bien: ni casada, ni estable, todavía persiguiendo una carrera que claramente no me correspondía. Pero hoy, alg
upación maternal-. Sabes, si Monterrey no está funcionando, en Querétaro siempre tendrás un lugar
a una defensa feroz de mis decisiones, de mi amb
abras sorprendiéndome incluso
sabía que esto no era propio de mí. Colgué antes de que pudiera ind
mante secreto durante cinco años, el vicepresidente que siempre me había prometido el mundo, solo que
tó mi atención. La puerta de Humberto, usualmente cerrada, estaba entreabierta. Y
atiendo a un ritmo nervi
comprensivo-. Qué duro, amigo. Lleva años buscando ese puesto de d
a filtrarse en mis venas
egia, Goyo. Un
ón. Me llevé la mano a l
-Gregorio sona
nte buena. Y es leal. Cinco años, Goyo. Cinco años de almuerzos secretos, sesiones de "estrategia" nocturnas, el ocasional
a rabia súbita y cegadora. Cada caricia, cada promesa susurrada, cada
ompletamente ajeno a mi presencia-. La mantengo motivada, trabajando
abía mencionado el roce "accidental" de manos, los detalles íntimos que
a de Estrategia Digital" cuidadosamente apilada en mi escritorio -la descripción del puesto, las responsabilidades, el rango salarial que me había memorizado- de repente parecía grotesca. Los agarré,
No de la empresa. Sino de Mo
ciones saltadas, dándolo todo a esta firma, todo a él. ¿Para qué? ¿
sa, atravesó mi aturdimiento. Debía de
mi ascenso, Humberto. En serio, algunas persona
e Humberto. Luego Karla de nuevo,
no tenga la madera para ser directora, ¿o sí?
o. Finalmente lo vi como lo que era. Un aprovechado. Un manipulador. Siempre había interpretado el papel del mentor comprensi
retando suavemente la mía bajo la mesa de conferencias-. Solo necesito de
s esos logros -duplicar los ingresos, optimizar los flujos de trabajo, lanzar campañas exitosas que ahora se atribuían a otros- pasaron ante
king" con clientes, a menudo con el padre de Karla. Recordé las disputas int
Concéntrate en tu trab
, mi dedicación, mi esfuerzo puro y absoluto. Pero
rrosiva que había sido una compañera constante durante años, de repente se sintió abrumadora. Me
de Humberto. "Oye, ¿estás libre esta noche? Sien
inguida rápidamente por el infierno rugiente de su traición. Creía que t
equiv

GOOGLE PLAY