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levó a mi madre al suicidio y a mi abuela a la tumba. Me i
de urgencias se abrieron de golpe y ahí estaba él, ca
ó que las
. Por favor. Sá
er venganza, con los o
rutando est
llas, su mundo dependiendo de mi habilidad. Yo era la
sa noche, su coche estaba ahí, bloqueándome el paso. No era una simpl
ítu
a de un huracán. Llevaba en brazos a su esposa, Kori Morales, en un avanzado estado de gestación. La sangre manchaba el pá
oz de Casio era un grito crudo y desesperado. Atrav
miliar, una que había pasado tres años intentando enterrar. Pero el deber llama
a uno! -gritó una enfermera, que
luego el terror puro, inundaron su rostro. Parecía como si hubiera visto un fantasm
o, su cabello usualmente perfecto cayéndole s
ado contraste con el caos controlado que normalmente reinaba aquí. Se e
con la voz plana, profesional. Observé cómo las enfermeras
avados en los míos. Usó mi nombre de pila, un nombre que no había es
de emergencia, pruebas cruzadas y panel completo. Preparen dos unidades de O negativo. Llévenla al quiróf
amilla ya rodaba hacia los quirófanos.
ala de espera -un guardia de
ojos todavía fijos en K
te fuerte. Era familiar. Demasiado familiar. El calor de su pi
oz baja, tensa-. No puedes hacer
esapego profesional. -Casio, suéltame el brazo -dije, mi voz un susurro helado-.
stás gozando esto, verdad? -escupió, entrecerrando lo
ire. Era una herida abierta, desgarrada de nue
den de la rapidez y habilidad de mi equipo. Si cree que mi historia pasada con usted compromete mi capacidad para brindarle la me
ría discutir, pelear, pero la gravedad de la situación lo aplastaba. Vio la lógica fr
enegro -dijo una enfermera, tendiéndole una tabla con un b
esastre, apenas legible. Un testimonio de su miedo, o quizás de su renuente con
sala de lavado. Las puertas del qui
arrojando un brillo crudo sobre los instrumentos quirúrgicos. Mi equipo se movía c
stabilizamos a Kori, detuvimos la hemorragia y asegur
lavabo, abriendo el agua fría. Corrió sobre mis manos, limpiando, purificando. Era
tenían una victoria silenciosa. Una vida salvada. Dos, en realidad. ¿Y la persona cuya vida
os. Tres años desde que mi mundo implosionó. Tres años desde la última vez que vi a Casio,
de pie aquí, sintiendo el frío del agua, no había nada. Ni triunfo, ni ira,
onas que una vez habían consumido todos mis pensamientos. Las personas que
rices que quedaron ya no estaban en carne vi
se. No necesité darme la vuelta para saber quién era. El penetrante olor de
una paciente. La mujer que me había robado la vida, ahora una p
una verdad fría y dura. Los h
. Me sequé las manos meticulosamente. El pasado. Estaba aquí, e
lo realmente-. El bebé está bien por ahor
a en mi espalda, pesada e intensa. Me preparé para
carraspear. Un sonido
más suave esta vez, ca
No había nada que decir. Simplemente pasé a su lado, dirigiéndome a la salida. Mi t

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