ómago de Atlas. Su respiración se cortó, un sonido estrangulado escapando de su garganta. Sus rodill
... eso no es de ella. No puede ser. -Sacudió la ca
del opulento vestíbulo y hacia el aire gélido de la montaña. El estacionamiento del valet estaba acordonado con cinta amarilla de policía, luces azules y rojas dest
illa. Atlas se congeló, sus ojos fijos en la sábana blanca que cubría una forma pequeña y quieta. Su cora
o le quemaba los pulmones, pero no sentía nada más que un pavor escalofriante. Se detuvo junto a la
blorosa, luego la retiró, como si tuviera miedo de tocar-. N
r sonido honesto que había escuchado de él en años. Agarró el
oso. Mis ojos estaban cerrados, las largas pestañas abanicadas contra mis mejillas. Una mancha oscura, cruda contra la tela blanca de mi vestido sencillo, estropeaba mi estómago y la par
sus propios pies, cayendo pesadamente sobre el asfalto cubierto de nieve. Sus manos
en el silencio repentino del est
una extraña curiosidad llenándome. Me odiabas. Querías que me fuera. ¿Por qué estás l
con un horror teatral. Vio la camilla, vio mi forma quieta, y se l
orriendo a su lado-. ¡
mano, jalándola hacia un abrazo desesperado. Enterró s
e ha ido. -Se atragantó con sus pala
so cuando me he ido. Todavía solo quiere a Katia. Era una verdad que había cono
s cerca, sus rostros sombríos, sus susurros callados. Miraban la e
stación de policía local para ser interrogados. La habitación es
. Ella era mentalmente inestable, propensa a vagar. Debe haberse salido del auto,
ose por la imagen de mi cuerpo congelado. Asintió me
ar a la habitación, su rostro grave
o una pausa, su mirada fija en Atlas-. Parece que la Señora Fuentes murió de una hemorragia
con los ojos
mbarazada. -Miró a Katia, una sospecha
ió, sus ojos abri
ue tomara precauciones. ¡No podía estarlo!
urillo continuó
de embarazo. El aborto parece haber sido inducido químicamente, caus
añana. "Estos son anticonceptivos, Elisa", había dicho, con voz plana. "No te atrevas a embarazarte. No quiero m
de dolor, un dolor espiritual, lavándome. Pero Katia... Kat
a bolsa de plástico, esta contení
uos confirman que contenía un potente abortivo. Un medicamento r
la cabeza hacia Katia. Sus ojos, una vez vidriosos por
a, su rostro pali
! ¡Probablemente estaba tratando de incriminarme! -Apuntó un dedo tembloroso hacia mí, la yo invisible, lanzando a
¡Te amaba! ¡Solo quería que me miraras! Un nuevo recuerdo se abrió paso a la superficie. El hombre extraño del sótano. Sus manos frías. Katia, parada cerca, mi

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