Vista d
te tan quietos, apenas se movieron. "¿Qué viste, Daniela?", pregu
. Mi mente febril, ya tambaleándose, comenzó a dudar de sí misma. ¿Lo había imaginado? ¿El beso en la
sa blanca. Metida en el cuello, una leve mancha
olpeó con fuerza centrífuga. No fu
da, Bruno. Debí haber estado soñando. La fiebre, ya s
ndo de palabras e historias. "Bien", dijo, su voz suavizándose ligeramente. "Me alegro. Ahora, sobre la pintura. Lamento lo del trabaj
ella tomara el trabajo de mi hermana? ¿No por el robo descarado, la
impecable. "Toma", dijo, poniéndolo en mi mano. "Co
corazón, pudieran comprarse. Miré el cheque, luego a él, y de nuevo al cheque. Con un movimiento repentino y violento, lo rompí por la mitad, el papel
dido. Un destello de algo, quizás confusión,
pensación por el arte de mi hermana, y ciertamente no la necesito por mi corazón".
unta silenciosa. Esperaba que hablara, que explicara, que llenara el vacío. Pero no me queda
es... ¿quizás una participación mayor en la empresa? Puedo arreglar una transferencia sust
sualmente una fuente de ansiedad par
prolongado. "O... podríam
s. Mi memoria se repitió, un cruel recordatorio de sus palabras pasadas. ¿Un hijo? Daniela,
te claro que tus prioridades están en otra parte?". Mi sangre hirvió. Agarré los papeles de divorcio rotos de la mesita de noche, los que él h
¡Y ciertamente no voy a tener a tu hijo solo para que puedas apaciguar a tu abuelo y mantener cerca a tu preciosa Evelyn! ¡Hemos terminado

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