img El Magnate que Conquistó mi Corazón  /  Capítulo 3 | 12.00%
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Historia

Capítulo 3

Palabras:1160    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:43

ágil. Pero debajo de la fachada, sentí una dureza, un brillo calculador en sus ojos que traicionaba su vulnerabilidad cuidadosamente construida. Mi mirada se desvió hacia Cri

tian siempre son bienvenidos. Especialmente los viejos amigos. -

visiblemente, un su

nrió radiante, luego se volvió hacia mí-. Kimberly nos h

se molestaba en ocultar su flagrante desprecio por mí ahora. Estaba tan consu

mi voz plana-. Estoy seg

un sonido ag

atos, ¡así que traté de hacer algo saludable para ti! -Presentó dos platos. Uno, cargado con una colorida variedad de verduras a la parrilla, pes

ue lo disfrutes. Sé lo especial que eres con tu dieta. -Inc

tenía sabor, el arroz estaba apelmazado. Era un insulto, un intent

un delicado tintineo-. Kimberly, querida, ¿quizás olvidaste sazonar esto? ¿O estás

ó al instante. Sus ojos se llenaron de lágr

rte otra cosa! ¡Lo que quieras! -Su voz estaba teñida de un

ciblemente, me

sagradecida! -Se volvió hacia Kimberly, su voz se suavizó-. No t

do. A ella sobre mí. Después de todo. Estaba verdaderamente ciego. C

ó en la habitación repentinamente silenciosa-. He perdido el apetito. -Me levanté,

a agua. Necesitaba escapar. Vio mi espalda en retirada, un destello de algo ilegible en sus ojos, una punzada momentánea de... al

no te preocupes, Cristian. Yo me encargaré de todo. Entonces, sobre los pl

endurecieron, una sonris

n, mi amor. Ha cumplido su propósito

ocina. Me congelé, mi mano suspendida sobre el grifo. Ni siquiera se habían m

i propósito. Mi propósito era ser usada, ser humillada, ser desechada. E

n diamante brillante que ahora se sentía como un grillete, se deslizó de mi dedo. Lo miré por un

a de emoción-. Creo que necesito descansar. No asistiré a ningún evento social en l

el manipulador, fi

daré. -Apareció en mi puerta, llevando una band

ie. Su actuación era impecable, casi lo suficientemente con

tos-. Solo necesito un poco de tranquilidad. Tú y Kimberly..

luego

Me dio una sonrisa sacarina, luego cerró la puerta, dejándome en la penumbra. Oí sus

ió a chirriar. Cristian se deslizó dentro,

lámpara de la mesita de noche, bañan

misa ligeramente desaliñada. Y entonces lo vi. Una débil marca roja en su cuell

te desvié

ian? ¿Q

oz suave. Se sentó en el borde de la cama

no, fingiend

o hacerlo? Oí que Kimberly está en la habitación de invitados. No querríamos in

padeó, frunc

ga. -Sonaba genuinamente desconcertado, o quizás, solo un m

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