ágil. Pero debajo de la fachada, sentí una dureza, un brillo calculador en sus ojos que traicionaba su vulnerabilidad cuidadosamente construida. Mi mirada se desvió hacia Cri
tian siempre son bienvenidos. Especialmente los viejos amigos. -
visiblemente, un su
nrió radiante, luego se volvió hacia mí-. Kimberly nos h
se molestaba en ocultar su flagrante desprecio por mí ahora. Estaba tan consu
mi voz plana-. Estoy seg
un sonido ag
atos, ¡así que traté de hacer algo saludable para ti! -Presentó dos platos. Uno, cargado con una colorida variedad de verduras a la parrilla, pes
ue lo disfrutes. Sé lo especial que eres con tu dieta. -Inc
tenía sabor, el arroz estaba apelmazado. Era un insulto, un intent
un delicado tintineo-. Kimberly, querida, ¿quizás olvidaste sazonar esto? ¿O estás
ó al instante. Sus ojos se llenaron de lágr
rte otra cosa! ¡Lo que quieras! -Su voz estaba teñida de un
ciblemente, me
sagradecida! -Se volvió hacia Kimberly, su voz se suavizó-. No t
do. A ella sobre mí. Después de todo. Estaba verdaderamente ciego. C
ó en la habitación repentinamente silenciosa-. He perdido el apetito. -Me levanté,
a agua. Necesitaba escapar. Vio mi espalda en retirada, un destello de algo ilegible en sus ojos, una punzada momentánea de... al
no te preocupes, Cristian. Yo me encargaré de todo. Entonces, sobre los pl
endurecieron, una sonris
n, mi amor. Ha cumplido su propósito
ocina. Me congelé, mi mano suspendida sobre el grifo. Ni siquiera se habían m
i propósito. Mi propósito era ser usada, ser humillada, ser desechada. E
n diamante brillante que ahora se sentía como un grillete, se deslizó de mi dedo. Lo miré por un
a de emoción-. Creo que necesito descansar. No asistiré a ningún evento social en l
el manipulador, fi
daré. -Apareció en mi puerta, llevando una band
ie. Su actuación era impecable, casi lo suficientemente con
tos-. Solo necesito un poco de tranquilidad. Tú y Kimberly..
luego
Me dio una sonrisa sacarina, luego cerró la puerta, dejándome en la penumbra. Oí sus
ió a chirriar. Cristian se deslizó dentro,
lámpara de la mesita de noche, bañan
misa ligeramente desaliñada. Y entonces lo vi. Una débil marca roja en su cuell
te desvié
ian? ¿Q
oz suave. Se sentó en el borde de la cama
no, fingiend
o hacerlo? Oí que Kimberly está en la habitación de invitados. No querríamos in
padeó, frunc
ga. -Sonaba genuinamente desconcertado, o quizás, solo un m

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