img El pérfido juego de mi esposo  /  Capítulo 2 | 8.33%
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Historia

Capítulo 2

Palabras:1500    |    Actualizado en: 31/10/2025

ista de An

de un amor que había muerto tan silenciosamente que ni siquiera me había dado cuenta de su fallecimient

en la habitación silenciosa. Abrí los cajones, sacando las pocas prendas que eran v

cerró abajo. Unos pasos, pesados y

on la corbata aflojada y el saco del traje colgado del hombro. Vio l

ndo un suéter, mis movimie

de algunas de mis cosas viejas. Di

perado, el sonido rechinando

No puedes simplemente ignorarla

omó en el borde de la cama, pasándose una

ero has cambiado. Solí

de ayer. La mancha de jugo morado se había secado en una mancha oscura

Héctor -dije, mi voz peligrosamen

de la mancha a la quemadura. Por un segundo, un músculo en su mandíbula se co

renda de vestir? -Hizo una bola con la tela y la arrojó violentament

te construida de dos años de sufrimiento silencios

os mejores despachos de arquitectura del país. Renuncié a mis amigos, a mi familia, a toda mi vida para venir

éndose de pie de un salto-. ¡Está par

añas. Era su arma favorita, la que desenvainaba c

onferencia crucial a altas horas de la noche, un trato que aseguraría una inversión masiva para el portafolio de su madre. Yo había estado llorando, y él

na semana después, tuvo una «parálisis psicosomática inducida por el estrés». Los médi

la culpa y el duel

do de compensarlo. He atendido todos sus caprichos, soportado todos sus insultos. He dejado que me despoje de cada pedaz

az de encontrar mis ojo

ose en el tono apaciguador que

ahora. Sofía vendrá a quedarse un tiempo. Pued

. Sofía Bustamante. Su novia de la preparatoria. La mujer que Dolores

mudar? -pregun

dijo rápidamente, sin

que había escuchado en el solárium estaba a punto de convertirse

a sacar más de mis cosas

destello de pán

stás ha

a-. Para Sofía. Tienes razón. Se

jugué mi ú

r. Recibí una notificación por

se drenó de sus mejillas, dejando su

de qué est

ta de toda emoción-. Los que me hiciste firmar. Los que

se, su mano se aferró

me obligó. Amenazó con... con cortarme el fi

ue su culpa. Siempre fue su madre, el mer

habérmelo dicho. Podrías haberme tratado como tu esposa, tu compañera. Pero no lo hic

ándose-. ¡Estás torciendo las cosas! ¡Si

Vi la debilidad en sus ojos, el gesto petulante de su boca. El hombre con el que me había casado, e

recordé prometiendo estar a mi lado, protegerme. Recordé todos los pequeños momentos,

os labios antes de que pudiera detenerla. Una súplica des

mano por el cabello de nuevo, un gesto de pura frustración-. Pero tienes que entende

s esto d

y murió, sin dejar nada más que cenizas frías y gr

oz un eco hueco.

a crisis había sido evitada.

u voz recuperando su tono confiado habitual. Ya estaba avanzando

chón hundiéndose bajo mi peso. Mi mano se posó en un pequeño y polvoriento marco de fotos en la mesita de noche. Era una foto n

a una pila de documentos legales engañosos

je al número que había llamado an

as. Estar

sta fue i

mos esp

jo me hizo saltar. Fue seguido por la voz chillona y exigen

ón había

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