ra
Una luz gris y tenue se filtraba por las persianas de la ventana de la h
ichoso y confuso
y doloroso en mi vientre hizo que
Estaba plano. Devastadorame
se hab
otra. Y otra. Pronto, temblaba con sollozos silenciosos y desgarradores, u
que había amado con cada fibra de mi ser desde el m
ue no era lo suficientemente buena para su brillante hijo, y mi "infertilidad" era solo una prueba más. Se s
ebé, no tenía n
jido y entró el Dr. Evans, su
a. Kiara. ¿C
la cabeza, mi mano todavía pre
de un cansancio que iba m
uchísimo s
ediente, frun
ante toda la noche. Su teléfono estaba apagado
mbre que me había empujado por las escaleras. El hombre que había
menzó a arder a través d
rendentemente firme-.
vista del expediente,
stros dicen...
las palabras sabiendo a ce
el expediente, pasando las páginas. Er
a no estuvo presente en nin
abía estado allí para la primera, con los ojos pegados a la imagen granulada en blan
hantal había vu
a la ecografía de las doce semanas, aquella en la que escuchamos los latidos del corazón por
de un bar en una azotea del centro, el brazo de un hombre con un reloj famil
el reservadas para "reuniones" que nunca estuvieron en su agenda. Cada descubrimiento era un pequeño corte,
o. Cinco traiciones mayores. La propuesta pública fue la quinta. El empujón, la l
sexta oportunida
las palabras claras y frías
pequeñecía la llamativa fortuna tecnológica de Ethan. Pero él se sentía inseguro al respecto, así que lo oculté. Me convertí en la señora Kiara Garza, la esposa comprensiva y sin pretensio
s pequeña, esperando que si ocupaba menos esp
misión
speó, devolvién
Necesitamos que liquide la cuenta de los servicios de eme
encargaba de todo. Y ahora, se había ido, y me d
sentada. Cada músculo gritaba en protesta. El vac
o, mucho tiempo, sentí un de
termin

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