img Mi escape de su amor venenoso  /  Capítulo 2 | 20.00%
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Historia

Capítulo 2

Palabras:1198    |    Actualizado en: 23/10/2025

andr

dad hasta el loft de Caridad en Arboleda. Oí el chirrido de sus llantas en la calle de abajo, seguido por el

n el suelo donde la había dejado caer, sus impecables pants blancos de yoga manchados con

ste? -rugió, caminando hac

manos flotando sobre ella como si

Caridad. Ne

ana. Mi mirada estaba fija en e

ez me había mirado con devoción obsesiva ahora me miraba como si y

iar a muerte a mi padre -repliqué, mi voz tranquila

dio que ya no estaba oculto. Era crudo, real, y confirmaba t

lozaba, agarré un puñado de su cabello de nuevo y le ec

iéndose de pie de un salto-

ntras me inclinaba cerca del oído de Caridad-. O le romperé cad

renéticos, su cuerpo temblando bajo mi man

or... el Universo.

incluso ahora. Fue como gas

ta el teléfono, ¿verda

ntre mí y la chica quejumbrosa en el suelo. La visión de su

u voz temblando con una me

N

jugando a ser Dios, haré que te arrepientas por el

i fría calma. Vacilé por un segundo, mi agarre en el cabello de C

ello de debilidad y su

s las aga

sonido fr

, ¿recuerdas? Tú, de todas las person

da que acababa de reabrir torció sus fa

, que se derrumbó en un montón sollozante-. Organiza el traslado. Llév

damente. Por un momento, pensé que se negaría, que su odio

e dolorosa ternura. Se arrodilló y le apartó suave

ró, su voz cargada de e

o veneno y salió, sacando su teléfono del bolsillo y la

se fue, los quejido

ta y triunfante sonrisa extendiéndose por su rostro ensangrent

a pero engreída-. Me eligió a

olvió el

e -dije, aunque las palabras

nido húmedo y

ad crees eso? Solo te está dando po

el labio con el dorso de la mano

años. Dijo que verte vivir en su casa, dormir en su cama, e

o silencioso. La habitación se inclinó, las impec

ría odiar

tos años, resonaron en mi mente. Una mentira. El

tra vez al principio: "¿Me o

irado a los ojos y hab

re esa mentira, cargado con el peso de ser el monstruo que él tan ge

el cuchillo que ya estaba enterrado hasta la empuñadura en mi pecho-. Mercancía dañada. Por eso no pudis

jo vivo me invadió, tan poderosa que me mareó. Los muros cuidadosamente construidos que habí

. Solo r

anta, no solo para asustarla esta vez, sino para silenciarla, par

jos desorbitados-. ¡Me va a dar un b

El golpe final

debajo de su mandíbula, presionando, cortándole el aire. Su rostro comenzó a tornarse de un púrpur

, no iba

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