ila
amente ausente. Bruno estaba malhumorado y retraído, atrapado entre la lealtad a su fa
landestinidad. Fabiana era demasiado orgullosa y estaba demasiado obsesionada como para simple
Doña Elena, así que dirigió su atención a la
su habitación, la cadencia aguda y enojada de sus
ue una mujer adulta viva con su hermano adopt
sta es su casa! ¡No voy a ec
u hermana
furiosa o con él cediendo, agotado y desgas
de táctica. Empezó a intentar controlar mi vida, po
ntó una tarde, su tono engañosamente casual mientras podaba uno de
udio -respondí, sin detenerm
cortando una rosa perfect
sita tener mucho cuidado con su reputación. No pueden verte lleg
dome a darle la satisf
o intentó directame
ue está saliendo mucho. ¿Quizás un toque de queda sería una buena idea? No querríamos que
nte seleccionó un lirio blanco de tallo largo, lo sostuvo a la luz y luego, con
a como el aire de la mañana-. Implícitamente. Y no gobernamos a nuestra familia
o. Otro
rdo y Doña Elena mi lugar. Cuanto más afirmaban mi lugar, más insegura y frenética se volvía ella. Incl
rgía frenética que llenaba cada habitación en la q
hizo algo
pequeña y delicada mesa junto a la ventana descansaba mi posesión más preciada. No era cara ni grandiosa. Era un simple relicario de plata en una frá
ar, con Bruno siguiéndola
es tan difícil con esto, Bruno! -de
s agitándose. Su mano se extendió,
relicario se deslizó, captando la luz por un breve y
iéndose contra la madera fue dimiabollado y roto, la frágil bisagra arrancada. Las dos mitades yacían e
cio absoluto lle
ía en el aire. Miró las piezas ro
mano a la boca en una
, tanto! ¡Soy tan torpe! ¡No lo vi! ¡Yo l
s, no vi ninguna disculpa. N
júbilo oscuro, ret
te paciente, tranquila y
-

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