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. Durante veinte años, su casa fue mi hogar, y su hijo, Bruno, fue mi h
hermosa, encantadora, y de inmediato me vi
ándome aprovechada con una obsesión
único relicario que tenía de mis
una niña mimada y b
ipuladora por encima de mí, creyendo su veneno. La famili
"enferma obsesión" y arruinar el apellido de mi familia. Pensó que me derrumbaría. Pero
dije-. Y que seg
ítu
ila
sonrisa a un círculo de sus amigas, lo suficientemente alto para que yo lo escuchara por encima del tintineo de las copas de champaña en mi propia fiesta de graduación.
del imperio inmobiliario de Don Ricardo Garza. Era todo líneas limpias, paredes de cristal y jardines impecables que se
Doña Elena Garza, la mujer que era mi madre en todos los sentidos importan
dejando
V
mi hermano, Bruno, en la sala, sus voces profundas un murmullo fami
sonó el
su atractivo rostro. Se pasó una mano por su cabello
ser
enamorado. La había descrito como hermosa, encantadora e inteligente. C
andes y expresivos ojos azules, y una sonrisa que podría desarmar ejércitos. Llevaba
n el delantal y acercándose con una sonrisa de bienvenida-. Q
a, su voz suave y ensayada-. Y por favor, dígam
ciente sobre su empresa en *Forbes México*, le pidió a Doña Elena su receta del pollo en salsa d
a. Demasiad
atando de fundirme con el decorado. Su sonrisa no vaciló, pero algo en sus o
preguntó, inclinando l
Elena me rodeó los hombros con un b
uestra hij
físico, una manta cálida contra el repenti
uitectura en el Tec de Monterrey -añadió Don Ricard
e los Garza. Murieron en un accidente de coche cuando yo tenía seis años, y sin dudarlo un
rrizó con el peso de una piedra-. Bruno mencionó que tenía una
pendida en el aire, a
movió i
realidad
por debajo-. Camila es nuestra hija. Punto. Las circunstancias de cómo llegó a nosotros no cambi
o no llegaba a sus ojos. Esos claros ojos azules estaban fijos en mí
duro brillo
azo con el de él y apretándose contra s
ser agradable tener un he
mibaradas, pero la i
la -dijo Don Ricardo, su son
ó una risita
Una chica tan guapa como Camila, viviendo tan de cerca con su gu
ó de ser cómodamente cálido
era una mezcla de c
de qué está
icardo había desapa
so adelante, su expr
é te refieres con "fuera de lo co
eligrosament
discusión-. Camila es mi hija. Bruno es mi hijo. Cualquier
ar en par, e inmediatamente puso una
oluto. Es solo que... he escuchado rumores, ¿sabes? Gente horrible y
pecho en un gesto de
tener que explicar constantemente tu situ
llenos de simpatía. Estaban llenos de una agu
nunca los había escuchado. N
slizado en nuestro jardín perfecto. Esto no era un malentendido. E
rraron en un pu
a Elena mucho antes de que yo naciera. Los Garza me habían amado toda mi vida, no por lástima, sino por una conexión p
rado en nuestra casa y, en menos de diez minutos, había i
n salido siquie
diría a
acia Bruno, su labi
o una pésima impresión. Quizás debe
descarada, tan de manual
o ablandarse con preocupación por ella
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