ila
os sabía a ceniza en mi boca. Cada tintineo de los cubiertos contra la porcelana sona
esperadamente de recuperar el favor. Fue excesivamente halagadora con la cocina de Doña Elena, se colgó de cad
de caoba. Ya no estaban velados. Eran abiertamente hostiles, llenos de una esc
palabra cuando me hablaban y traté de respirar a través del nudo de angustia que se hab
Ricardo le dio una palma
io un minuto. Hay un contr
momento a las mujeres. Doña Elena comenzó a recoger los platos, sus movimientos
ándose de un salto. Pero no se dirig
te dulce. Me rodeó el brazo con el suyo, su agarre sorprende
jo, bajando la voz a un susurro conspirador-. Tengo la ter
o, como si fué
lo ent
de apartar mi brazo, pero
er qué,
puro veneno env
vida. La casa, el dinero, el apellido. Es mucho a
re se m
escendencia-. Bruno es mío ahora. Y aunque es tierno que hayas tenido este pequeño arreglo
dejando que la i
cuestión de tiempo antes de que se vuelva incómodo. Deberías empezar a pens
in palabras. El desc
e incrédula brot
as en
me solté d
Elena son mis padres. Bruno es mi hermano. Es
plia y frágil que antes. Extendió la mano y me dio una palmadita en la mano,
ndo yo sea la señora de esta casa, me aseguraré de cuidarte muy bien. Te encontraremos un lindo de
suposición de que mi vida, mi posición en esta familia
distancia entre nosotras. Mi voz salió baja y
re es Elena Garza. Y si alguna vez llegas a ser parte de esta fami
con la espalda re
que me cuides. Nunca lo he nec
scompuso. La máscara de dulzura sacarina se disolvió
voz un susurro venenoso-. No tienes
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