sta de Dami
ele, Jo
que usualmente adulaba a cualquier miembro de la familia Herrera, de repente encontró fascinante el papele
pesado, denso con cinco a
ura bajo las uñas y estrellas en los ojos. La mujer que había usado como peón en una brutal lucha de
uidadosamente orquestada de poder y legado. Mi compromiso con Isabela Montemayor, una mujer cuyo árbol genealógico era tan inmaculado como sus co
había atrapado. La verdad era mucho más complicada. Yo había sido el que intrigó. Y cuando quedó embara
confinada, retenida hasta que el escándalo se calmó, y luego, desechada sin ceremonias. Hice que un equipo de seg
nsado en ella desde entonces. Ni una
orció en mis entrañas. Se veía diferente. La suavidad ingenua en sus ojos había sido reemplazada por una resign
te a su hijo, su hijastro. Estaba temblando, un temblor débil, casi i
a mano y me fulminó con la mirada, su pequeño rostro
e Cale hasta la ropa gastada de Josefina. "¿Mamá? No seas ridículo. Es solo una b
dvertí, m
a asegurado de eso. Recordé las cosas que la gente la había llamado, las mentiras que Is
tos de la vida en la ciudad. Siempre los había tirado. Ahora, mirando el amor feroz en sus ojos mientras protegía a este
orciéndose en crueldad. "Es una zorra. Probablemente
elante, una pequeña bola
por un momento fugaz, sus ojos no se llenaron de ira, sino de una tristeza profund
o en el espejo retrovisor del aut
más aguda esta vez. "Ya es sufi
ió, saliendo de la oficina a pisotones. El aire se despejó, p
tamente. Solo mantenía sus ojos
as palabras sabiendo a ceniza. "Sigu
su voz tranquila pero inflexible. Era l
só que estaba aquí para arrastrarla de vuelta a esa jaula dorada. La id
fríamente. "No tengo ninguna
l tibia, estaban desprovistos de la adoración que una vez
eño puñado de billetes arrugados. Los colocó en el escritorio del director. "Esto de
la puerta, moviéndose con una prisa
ctricidad estática, me recorrió. El fantasma de un recue
mi voz más áspera
emeció pero
una advertencia, una amenaza destinada
un momento, pensé que se daría la vuelta, que
abeza apenas perceptible. Era un acuerdo. Una p
lo, escuché la voz de Iggy desde el corre
ijo y casi corrió, sus pasos resonando en el pa