sangre: "Hasta que la muerte nos separe". Durante quince años, esa pr
amento mientras ella llamaba para anunciar su embarazo
bación de él llamándome
no puede darte un heredero?",
ño regalo de bodas: un expediente que de
aneado. Lo orquestó para quebrarme y, en el pro
expediente eran sus pr
. Era él. Y el bebé
ítu
ra Mon
ndro Garza mató por mí,
de un diamante cortando cristal. Recuerdo el sonido astillado del bate de béisbol barato al conectar con
ho aterrorizado. Estaban tranquilos, casi serenos. Las esposas hicieron clic alrededor de sus muñecas, y él m
y genuina se exten
palabras se abrieron paso a través del la
l grueso cristal, nuestros futuros planeados en susurros a través de un teléfono intervenido. El día que salió, se veía ma
a el rostro carismático, el tiburón despiadado que podía oler una oportunidad a kilómetros de distancia. Yo era la estratega detrás
che violenta. Nuestro vínculo no era solo amor; era un pacto sellado con sangre y trauma. El día de nuestra bod
salvó. "Hasta que la muerte nos separe", dijo, su voz un gru
sin dudar. "S
nuestro imperio, la amenaza tácita que flotaba en el aire de cada sala de juntas y en cada c
e dejó d
a colección meticulosamente curada que abarcaba años. Todas de la misma chica. Una chica con ojos grandes e inocentes y un
Se reclinó en su silla de cuero, con el horizonte de la ciudad que co
asi. Una distracción
igrosamente baja, una serpiente enroscada lista para atacar. La pila de fotos imp
", dijo, agitando
una adolescente acobardada en aquella colonia. Deslicé una sola hoja de papel sobre el escritori
iró a mí, un destello de algo
sto no es una
gruñido posesivo que tan bien conocía. "Parec
a hecha por niños q
sa que tú le hiciste a cambio". Se puso de pie, elevándose sobre mí, y repitió las palabras que una vez fueron n
del papel rasgado llenando la silenciosa oficina. Lueg
ro desconocido. Contesté, con una sensación
ortada al otro lado. "
", pregunté, c
"Solo quería llamar y... bueno, para darte las gracias. Alejandro habla de
is nudillos blancos mien
e sintió tan mal. Verás, me ha estado observando desde que estaba en la universidad.
tó la res
conspiración. "Está tan triste de que estés molesta. Rea
o en París, él besándole el cuello mientras ella sonreía a la cámara. En una gala a la que se suponía que yo debía asistir con él, él susurrándole a
dna descansando sobre su vientre plano. En su dedo había un anillo de d
uió fue un golpe
nunca pudo darte a ti. Una
men
, Casi. Pero pronto, vendrá a
brazo el escritorio de Alejandro, enviando fotos, premios y años de historia compartida a estrellarse
e los escombros, el jurame
la muerte
r su propia sent
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