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nosotros más pesado que cualquier discusión. Contraté a un investigador privado para que escarbara en la vida de Ariadna Aguirre, pero cada expediente
dio una noche, mirando
endo de cualquier pretensión de civilidad. "
cansancio que llegaba hasta los hu
a recién impresa del acuerdo de divorcio sobre el secante de cuero.
e que sabía que tenía todas las cartas. Recogió el documento, pero no para firmarlo. Con un solo movimiento de
flexible. "Solo hay una forma de que sal
.. se quebró. Agarré el pesado pisapapeles de cristal de su escritorio y se lo arrojé a la cabeza. Se agachó just
orio, una hoja de plata de ley, afilada y delgada. Me abalancé
ón. Nos quedamos allí, encerrados en un abrazo mortal, nuestros pechos agitándose. Sus
é?", susurré, mi voz temblando
a aferrarse con más fuerza a la empuñadura del abrecartas. Nue
contra su resistencia. "O me das el divorcio, o me convie
Entonces, su expresión cambió. La resistencia en su brazo se afl
do. Con un movimiento repentino e impa
as él la clavaba más profundo, su rostro contorsionándose de dolor. La sangre, oscura y espesa, floreció
picó mi mejilla,
con voz ahogada, sus ojos fijos en los míos, llen
or que me revolvió el estómago. Soltó un gemido
y empalagoso. Era el mismo olor de esa noche en la colonia. El
se inclinó. El pasado y el presente ch
ando incontrolablemente. Sostuve el abrecartas ensa
picones del estudio, dejándolo sangrando en la oscuridad. Huí por el pasillo, el sabor cobrizo de su
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