img Hasta la muerte, un voto sangriento  /  Capítulo 2 | 16.67%
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Historia

Capítulo 2

Palabras:1052    |    Actualizado en: 15/10/2025

ra Mon

s, yacía en mil fragmentos brillantes sobre el suelo de mármol, su contenido ámbar manchando la alfombra blanca como sangre seca. Los ret

ino de una decepción cansada. Se aflojó la corbata, su mirada recorriendo l

su voz tranquila, lo que solo

e quieta en medio del caos que había cread

fectamente peinado. "Casi, ya te lo dije. Es j

fotos. Sabía lo suficiente como para decirme que está embarazada del hijo de m

parecer atormentado

iera el bebé? ¿Después de que

idrios rotos, y se sirvió un whisky de otra lic

a escapó de mis labios. "¿

eliberados. Metí la mano en mi bolsillo y saqué un papel

mi ginecólogo. Una factur

n confusión. Luego su mirada se fijó en la fecha. Tre

preguntó, su vo

a de veneno. "Ese era tu hijo, Alejandro. O t

ue había sido una máscara de fría indiferencia, se desmoronó. Sus ojos, por p

tartamudeó, su cuerpo

an suave como la seda.

rutal, la misma fuerza bruta que había usado con mi padrastro todos esos años atrás. "¿Por qué?", rugió,

oración, con una promesa de protección. Y sentí una extraña y desapegada se

ue la noche que mató por mí. La segunda fue cuando una corporación rival intentó un

nunca conoció, con una mujer qu

a. "Tú fuiste el que quiso esto, A

e su mejilla, mis dedos trazando

o hay lugar para ella. Ni para eso. Si intentas traer a al

una promesa escalofriant

erdad en mis ojos. La convicción fría y dura. Vio a la chica que había creado esa noche en

avía descansando en su mejilla. Notó la delgada línea de sangre que brot

iejo Alejandro, el protector. Sus manos, que me habían estado lastimando momentos antes,

rmuró, su voz ahora t

cticos y familiares. Había hecho esto cien veces antes, curándome después de que me había exigido demasiado, después de una c

se sintió como una violación. Estaba tratando de arreglar la herida que él había causad

una curita, retiré

a vista,

labras sintiéndose como ácido

a que cualquiera que yo pudiera infligir con un cuchillo. No discutió. No

las empleadas de la casa que ron

de emoción. "Dile que traiga el botiquín de primer

ola en el impecable baño blanco, mi propia sangre

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