espaldo de la silla de ella, con un aire de posesión. Yo observaba desde las sombras, al f
el último artículo, un sile
o gran final: ¡la 'Es
ó sobre un cojín de terciopelo. La pieza brilla
ándose la mano al pecho.
ú", murmuró él,
in embargo, él permanecía tranquilo, con una sonrisa relajada en los la
aturalidad, como si estuviera
Nadie se atrevió a
subastador. "¡Para el
lanzó a sus brazos y lo besó con entusia
tono bajo que sonaba a promesa. "La boda es el próxi
ello de la mujer. Heidi se pavoneó, girando
s podía
el diamante, sino por la cadena de
as su muerte, me la entregó y me pidió que la guardara hasta encontrar a la person
di la cadena. Le dije que él era mi familia ahora. Tenía lágrimas en los ojos y
ntregaba a la mujer que intentó matarme. Había convertido mi recuerdo más
é que me moría. Me aferré a la pared para no
sacrificios, todos esos años de devoción.
aga y salí a la calle. Llovía, una lluvia helada y miser
lara hasta los huesos. No tenía idea de adónde iba, solo neces
idad, salpicándome con agua emb
a mirada,
n al volante. Heidi estaba recostada en su hombr
perdió en l
, crudos y feos. Lloré por la vida que había perdido, por un amor que r
lo tormentoso. "¿Por qué? ¿P
tía ta
oras, con los pies entumecidos y la mente convertida en un vacío
ose con la lluvia sobre el mármol frío. Le conté to
uedó reducida a un susur
desperté, el sol apenas asomaba y la lluvia había cesado. Mi teléfono v
de estás? Esto
. Lamento haber tenido qu
Todo eran
ándome afuera, caminando de un lado a otro, con
? Estaba fuera de mí!", exclamó, cor
é de su
r y cariñoso, sino como al multimillonario mani
o a la tumba de mi padre. Él me encontró allí también. Me abraz
como una actuación. Su angust
había ido. Quizás, en r