egría secreta compartida solo con Alejandro. Y ocho veces, él me la
misma que sería diferente. Pero entonces, él entró con Giselle Valadez, con su
lejandro, quien una vez fue mi protector, ahora me acusaba de hacer un drama, de intentar incomodar a
pila, la niña de la que era responsable. Pero, ¿qué pasaba con las promesas susurra
me enamorara de él, solo para destruirme, para hacer que mi padre sintiera el dolor de p
venganza. Mi amor, mi dolor, mis hijos... todo carecía de s
ítu
o v
vida dentro de mí, un gozo clandestino q
él me la hab
ro amor era demasiado frágil para el mundo. Le creí. Lo amaba lo suficiente como para soportar el vacío
a la no
rdaba con fuerza en mi pecho, una frágil esperanza que me aterra
años. Mis padres, sus mentores y amigos, se habían mudado al extranjero por negocios, confiándome a Alej
ó una sacudida. Me alisé el vestido, mi mano
se abrió, pero no fue so
na rubia hermosa y escultural con una so
ón se me
a, desprovista de la calidez que yo
se movían, una mari
lle, su mano pose
, te dirigirás a ella
de mi pecho. Era un título con el que había
mirara siquiera, había estado encaprichado con ella. Era la p
e me había tratado con un respeto
señorita Valadez hacen
por el
dé sola, un fantasma invisible en mi propia casa. Me ardían los
of
ejandro fue
ojos rojos. ¿Estás tratando de in
agudas y ácidas, subió por mi garganta. Me tambaleé, llevándom
enía el informe oficial del médico, guardado en mi bolso, que lo confirmaba. Seis
acia Giselle, su voz suavizándose en ese m
sido un poco dramática, se p
ional. La niña de la que era responsable. E
oscuridad, la forma en que me abrazaba como si yo fu
tenía dieciocho, un chico atormentado cuya familia había sido asesinada en una operación militar que salió ma
rompí sus barreras. Le llevaba botanas, me sentaba con él cuando se q
o una sombra, su sola presencia bastaba para que se dispersaran. Me ayudaba con la tarea, reco
eció lenta e inevitablemente e
dos. Yo era una polilla atraída por su oscura llama. Lo seguía a todas partes, mis ojos llenos de una adorac
os, fui a un estudio de tatuajes y me tatué su nombre, Alejandro,
letras, sus ojos oscuros e indescifrables. Pensé que su brusca inhalación era una señal de am
os una doble vida. El tutor responsable y su pupila sil
ras maneras, con moretones en la piel que yo escondí
jandro? -preguntaba yo, mi voz p
mento adecuado -decía siempre, s
el primer embarazo, ni del segundo, ni del octavo.
sabía
o quería un reemplazo, un juguete, hasta que su verdadero a
mbre violento y doloroso. Necesitaba sali
piernas temblorosas, ignorand
mi habitación,
-mi voz
o de ti. Iba a llamarte para preguntarte si finalmente
s palabras como un salvavidas
-gritó mi madre de alegría-. ¿Qué pas
las palabras sabían
e. Tenía que proteg
édico en mi mano. El papel se ar
a dicho el doctor, su voz llena de una suave maravilla-. Después d
ador. M
a mi hijo. El único pedazo de fam
a este también. Lo haría con esa misma disculpa fría y distante, y luego se casaría co
m
a. Me escondería. Proteger
ré en la silenciosa hab
aría atrás a Alejandro Garza y las ruinas
que ha