observando a través de la ventana como el mundo continuaba su curso, ajeno al giro que su vida había tomado. Desde la cena de la noche anterior, las cosas habían cambiado. El desprecio de su mad
bía dicho, su voz fría y firme como una daga. "Es una humillación para la familia, y lo sabes." Sin embargo, en el fondo de su corazón, Ana sabía que había tomado la decisión correc
ta Cordero siempre encontraba una manera de hacer que las cosas se acomodaran a su
ro había aceptado, a regañadientes, que Lorenzo debía ser tratado como un igual. Pero no de la forma en que él estaba acostumbrado. Mar
de Ana. Al descolgar, la voz de su madre resonó en
. Asegúrate de que esté listo. Esto no puede seguir como hast
ra de las que se quedaban quietas. En cuestión de horas, Lorenzo pasaría de ser un desconocido sucio y desaliñad
os mismos pantalones de mezclilla gastados y la camisa que había usado en la cena. Aunque su rostro aún reflejaba la sencillez de un ho
-. Mi madre ha planeado algo... -pausó, sin saber cómo explicarl
sus palabras. Sabía que la cena de anoche no había sido bien recibida, pero
no calmado, pero su mirada denotaba que algo en su interior se re
il que era para él aceptar lo que estaba sucediendo. - Es solo... mi madre necesita ver que está
que la acompañara hasta el vestidor, donde el personal de la casa ya había preparado una selección
de Lorenzo que observaban los trajes dispuestos sobre l
a ropa con desdén. - Soy un hombre sencillo
por dentro se sentía culpable. ¿Debería pedirle a Lorenzo que
situación. No estaba segura si lo que estaba haciendo era correcto, pero al mismo tiempo, sabía que el cambio era inevitable. Lorenzo nunca encajaría por completo en el
i una capa invisible hubiera caído sobre él, transformándolo de una manera que, aunque forzada, se veía impresionante. La chaqueta perfectamente
Lorenzo. -dijo, mirando sus
onrisa, aunque su expresión
a voz suave pero firme. - Si esto es lo q
hacía por ella. Esa simple frase, esa renuncia a su propia identidad,
ondió finalmente
arita ya los esperaba con una mirada de aprobación, aunque sus
había propuesto: vestir a Lorenzo como un hombre de la familia. Pero Ana, mientras los veía sentarse a la mesa, comenzó a preguntarse si realmente había he
ra encajar en la alta sociedad. Aunque su presencia no causó el escándalo que había previsto, la tensión seguía flotando en el aire. Margarita continu
quedaban muchas barreras por superar. El precio de la transformación de Lorenzo no solo era su apariencia
a, Ana comprendió que el verdade