decisiones. No podía obligarse a mirar el suero en su brazo ni la palidez de su p
nalmente, la pregunta ab
y deliberado. Las lágrimas brotaron de sus ojos y se desliza
tiéndose como ceniza en su boca-. Érika,
a la apartó, un pequeño y débil
culpa un peso f
tiene otra
incredulidad, una nueva ola de hor
, nos dejará en paz. -Estaba suplicando, su voz quebrándose-.
alabra fue un
igues siendo... deseable. Es por su tranquilidad. -Est
era un médico. Era un fotógrafo, con una sonrisa resb
z tensa-. Solo sonríe a la cámara. Haremos que parezca
ando con la cabeza-. P
cudo y su maldición-. La calmará ver que
lo que quedaba de su dignidad y ofr
ras saliendo de su garganta-. ¿N
aterradoramente real-. Por eso tengo que hacer esto
ida que no tenía sentido. La es
o tan completamente, y no sintió
ate -
pulada. Miró al fotógrafo de Diamante, luego de nuevo a Érika, todo su cuerpo temblando con una guerra interna. Pero su
o del azulejo un shock contra su piel.
ota-. No hagas esto. Me iré.
la, sus propias lágrimas
crudo-. Es la última vez, lo prometo.
e perdió todo significado. Se levantó,
ógrafo
riño. Termine
os, el olor de un extraño llenando sus fosas nasales y haciéndola quer
acto, una ola de repulsión t
denó él, su
una máscara congelada d
sicamente sus labios en una grotesca aproximación de una sonrisa. El
na serie de poses íntimas con un hombre guapo y desconocido. Estaba mezclado con clips de ella luciendo desaliñada y salvaje, tomados sin su
mentarios eran un torren
or
eres
a, está
en una tableta, sus ojos bai
a la verdadera tú. La que
o sacudido por sollozos
-susurró, su voz ronca-.
a una transmisión en vivo desde una habitación de hospital. La habitación de hospital de
arás lo que se te diga. Te quedarás al lado de Álex, una muñequita perfecta y rota. No intentarás irte. No
un terror tan absoluto que le robó el aliento. No le quedaba nada con qué luchar. Diama