a. Nuestro matrimonio de cinco años era una farsa, un contrato que él había firma
ió a Bárbara. Cuando salieron del tocador, el labial de el
on en nuestra casa. Él me acusó de robar el collar
era inocente. Llamó a la policía, que conv
ró co
go -escupió-. No eres más
años de amor silencioso y devoción no significaron nada. El hombre del que m
és de que pagaran mi fianza, saqué la tarjeta SIM de mi teléf
a quemar su mundo ent
ítu
eposaba sobre la encimera de mármol, mi nombre, Sofía Ramos, escrito en
farsa, un matrimonio de conveniencia al que él había accedido para fastidiar a su
lujoso salón de baile, con una c
eado, se deslizó hacia mí. Sus amigas, una bandada de mujeres igualmente puli
eda, pero sus ojos contenían una crueldad familiar-. C
olo le sostu
rba
se rio, un sonido
acar a la chica de la colonia obrera, pero n
ro ya las había oído, o versiones
oz bajó a un susurro conspirador que fue lo sufici
brica, ¿verdad? Es tan trágico. Uno pensaría que con todo el dinero d
dó. Mi madre era mi límite. Lo únic
. El chasquido de mi palma contra la mejilla
za de Bárbara se echó hacia atrás, una marca roja floreci
cioso, agarró una copa llena de vino tinto de una
por la tela pálida. Goteó hasta el suelo, formando un charco a mis pies. Me quedé al
Un saco de traje grande y caro fue colocado s
ios está pa
r que estaba aquí. Siempre aparecía en los momentos más dramáticos. Su camisa es
, un muro protector
on furia, la man
é hi
diato. Las lágrimas brotaron de sus ojos m
Mira! Sin ninguna razón
ar conflicto. Su lealtad hacia mí, su esposa, contra la profunda
o cayó. No
, Bárbar
itud que se abría paso, hacia el aire fresco de la noche. Caminamos en silenc
una mano por su ya desordenado cabello. Me miró, su ex
portante? -pregunt
en piedra, sintió una pequeña y d
rio, Alejandro -dije,
a culpa era evid
. te lo compensaré. Te
fecto. Pero emocionalmente, era un agujero negro. Podía recordar enviar flores pero olvidar la
car el coche, su teléfon
a de l