puedes simpl
nunca antes le había escuchado. Yo seguía caminando, concentrada en poner
rdo me la dará. Tú no eres más que una empleada. Una sim
n ancla que me mantenía en la realidad, pero mi corazón estaba mudo. Me aferré a l
jamente la puerta de mi habitación al f
ra apenas un murmullo, pero clara. "Ya no soy la señ
su sorpresa. Esperaba que yo gritara, llo
a ironía tan sutil que probablemente ni la
risa nerviosa, confu
é que te aferrarías como una garr
jarrón sobre las mesas, eran testigos silenciosos de los diez años que había perdido allí. Diez años de cuidar
o una mentira.
e od
abitación. Mi mano temblaba mientras gderrumbé en el suelo, justo dentro del umbr
ahogado. Era Ma
orita
l pasillo. Sentí sus manos tratando
ayúdeme! ¡La señorita
ndro en la puerta, mirándome con una mezcla de triunfo y una extraña pizca de
do se vol