a. Ricardo Vargas se movía por los pasillos como un fantasma, con la mirada perdida y los hombros caídos. Desde que se supo la verdad, que su e

como u

lo quedaban los escombros de una vida que creía perfecta. Quería el divorcio, lo necesitaba com

fía Vargas, se ne

calma que lo desesperaba. "Piensa en la re

e había destrozado a su hijo, seguía tratando a Isabella con una amabilidad desconcertante. Le p

iva, un pilar de fortaleza en medio de la tormenta. Pero para Ricardo, cada gesto de su madre hac

s siempre húmedos y una voz suave y temblorosa. Se disculpaba constantemente, ayudaba en la casa y se most

as, seguía en contacto con su amante, Marco Antonio. Los mensajes de te

ño," le e

o más podré soportarlo," respondía ella, mien

nuevo nivel. Sofía llegó del mercado con una

sacando unas langostas enormes

esivo. Pero ahora, ese manjar se había convertido en un símbolo de su humillación. Desde que supo que Leo no era su hijo, v

o apenas probó la comida, limitándose a mover el arroz en su plato con el tenedor. I

uerte y sano," le decía, con una devoci

más grande, le quitó la cáscara con una habilidad expe

a ti, mi

el det

tro hombre, al hijo del amante de su esposa, fue demasiado para R

violentamente contra el suelo. Sus ojos, in

tal, agarró el borde

ó por el suelo y el vino tinto manchó la alfombra c

o. Isabella soltó un grito agudo

solo tenía oj

r el dolor y la furia. "¿Me eliges a mí, tu p

pre para actuar, se arrodi

zó, intentando parecer una víctima. "Fue mi culpa, todo

cercó a ella, con los puños apretados, la inten

"No tienes idea de l

ofía se interpuso. Se colocó delante de Isabe

basta!" g

tarla. Sofía tropezó y cayó, golpeándose el brazo contra los res

para Ricardo. Se detuvo en seco, mirando con horror su mano, la

con el rostro pálido y una expresión de s

é? ¿Por qué los defiendes a ellos y no a mí? ¿Es que ya no

empo, Ricardo vio lágrimas en los ojos de su

ose a él. "Pero no puedo dejar que cometas una locura. Dame tiempo. Solo te pido un po

dejó consolar como un niño pequeño, sin entender que el abrazo de su madre no era solo de con

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