ún más en sí mismo. Apenas salía de su habitación y evitaba a Sofía a toda costa. La casa, que antes era un hogar, a
tillos favoritos, esos que le gustaban desde niño,
a," decía con voz suav
respuesta. Horas después, encontraba
e su padre solía usar. Se lo dejó sobre la cama con
de, el suéter estaba tirado en un rin
n no flaqueaba. Cada gesto de desprecio de su hijo era un recordatori
inusualmente crudo. Una ola de gripe agresiva azotó la ciudad, y como er
r y tenía una fiebre alta que no bajaba. I
hacer algo! ¡Leo est
empezó a sentirse mal, quejándo
a enfermedad al
las y los estantes de los antigripales estaban vacíos. Sofía, después de recorrer media ciudad, solo pudo conseguir
se encontró con una
aba débilmente. Isabella, desde su
elo a Leo. Él es solo un
a habitación de Ricardo. Su hijo yacía en la cama, sudando profusamente,
on la voz ronca. "¿H
, una elección terrible tuvo qu
le tocó la frente
eguir algo," dijo, con una voz q
la y, sin dudarlo, le entregó la
la otra mitad," le instruyó. "A
itud. "Gracias, Sofía. No
zó a delirar. Sofía se quedó a su lado, poniéndole paño
io. Su mirada era una mezcla de dolor, confusión y una
o, con la voz quebrada. "La últim
egunta. Era u
nuó, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas
a el pecho, pero su rostro permaneció sereno.
le dijo, con una sinceridad que él no podía comprender.
s, vacías. La evidencia estaba ahí, en su cuerpo ardiendo de fiebre,
furia y su desesperación ardía más fuerte que nunca. Se levantó de la cama con una f
ó en la puerta,
eguntó, aunque ya
si mirara a una extraña. Sus oj
daba el dinero, me iría para siempre. Bueno, esto es peor. Ya no
la puerta y salió a la fría mañ
jarse hasta convertirse en un punto en la distancia. No l
todo desde las escaleras, bajó
fue," dijo, con un tono de fals
e para mirarla. Su expr
en voz baja
para la fase final de su plan había sido eliminado. El dolor en su corazón era real, insoportable, pero
-