Su esposa, Isabella, acababa de tener un bebé y la depresión posparto la estaba consumiendo. Vine a ayudar, a cuidar de ella y de mi sobrino. Instalé un pequeño consultorio
se abrió de un golpe seco, e
Patricia, su amiga inseparable, y dos de las emplea
tás, maldi
normalmente hermosos, estaban inyectados en san
lto, mi corazón latiend
¿qué pasa? ¿
hueca, un sonido horrib
bien! ¡Mientras yo me mato cuidando a tu
disfrutando del espectáculo. Las empleadas
tás hablando! Migu
edulidad. La acusación era tan absurda, tan r
e visto cómo lo miras! ¡He visto cómo te busca a ti en lugar de a mí! ¡Cree
Y Miguel viene a ver cómo estoy, a
enti
me hizo girar la cabeza. El ardor en mi mejilla fue in
a cara, mirándola con
o, ¿verdad? La psicóloga exi
u voz gotea
, pero en realidad solo vi
ñadió leña
nas resentidas son las peores. N
calmar la situación, para llegar a la mujer enfe
a enfermedad la que habla. Necesi
"¡La única loca aquí eres tú! ¡Y me voy
acia las
ran? ¡Destr
e con los míos en una súplica silenciosa. Pero la mirada
menes que me habían acompañado durante años, llenos de
p, mis plumas, mis notas, todo voló por los aires. La pantalla de mi
Por favo
a por los objetos, era por lo que represen
, una sonrisa t
Bien. Quiero
do de mi cabeza hacia atrás hasta que mi cuello
a no meterte con
uñeco de trapo. Caí de rodilla
al. Papeles volando, muebles volcados, el sonido de cristales rotos
siendo atacada por la mujer a la que había venido