ue no había usado con Doña Elena. La compasión que sentía por la madre de M
una extraña sensación de inquietud. El nombre de Mateo
to organizaba una gran fiesta en la plaza del pueblo para celebrar el próximo regreso de Catalina y la "inminente recuperación" de su hi
sistir. No presentarse sería visto como un acto de desafío, y aunque ya no era la jo
s de comida y bebida, y una banda de música tocaba con entusiasmo desafinado
en la plaza. De él bajó Catalina, vestida con sedas y joyas traídas de la capital. Lucía radiante, arroga
er magnánima. "¡Les traigo buenas noticias! ¡He
r un frasco que contenía
iquia ancestral que devuelve la fuerza y la vi
ranza. Don Ernesto y Doña Elena, que e
, y sus ojos se posaron en Sofía. Una so
rupo de curanderos locales que observaban con el ceño fruncido. "Y a nue
la plaza se
ianos, un hombre llamado Don
cosas de la capital a menudo son más charlatane
ina s
¡Esto es ciencia antigua, más allá de su
e ruedas especialmente diseñada. Se veía pálido y delgado, pero
no. "¡Tuviste tu oportunidad de ayudarme y me diste la e
permaneció impasible. Su rostro era una máscara de ab
pequeña cantidad del líquido oscuro. Luego, se gi
z resonando en el silencio. "Apuesto la dote que Don Ernesto me ha prometido a que Ramiro caminará en una semana. Y te reto a ti, Sofía
ra un desafío humillante, diseñado para qu
ilencio se extendió. Luego, para so
o la ap
fante iluminó el
? ¿A algún anciano con tos? ¿A
beradamente. Se detuvo en la madre de Mateo, que la observaba con una mezcla
llegó a todos los rincones de la plaza. "Elijo curar a Mateo, e
cargado de conmoción. Curar un coma era impos
n puro desconcierto. Habían esperado que ella se acobardara o eligiera un caso fácil. En su lugar, había e
na verdadera sonrisa se dibujó en su rostro. Era una sonrisa fr
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