La metieron en la parte trasera de una camioneta, tirada sobre unas man
en las afueras de la ciudad. El olor a óxido y humedad
. La misma mesa de metal de la otra vez,
Su rostro era una másca
?" le ladró a uno
lo atacó. Se puso como
atada a la mesa de nuevo. Su mirada n
emas. Ni siquiera pued
ó. Era un hombre mayor, con ojo
r, revisando a Sofía. "No está complet
er. "Sácalo. Ahora. Rodrigo ya viene en camino.
eligroso para ella
su voz helada. "Ella es solo el recipiente. Si se muere en
sintió, tra
lo el frío del metal contra su espalda, las manos ásperas de los guardias sujetándola, y el dolor.
n de su boca mutilada eran ahogados
nte brutal, algo dentro de ella se rompi
, el dolor
ntió
tan
a mesa, convulsionando. Veía su rostro, contorsionado por una agonía que ya no sentía. Veía a Javie
de abajo, esa mujer que sufría,
distante. Vio cómo el doctor usaba fórceps, cómo la violencia del par
sacaba a una pequeña criatura, ro
ó la habitación. Un lla
el doctor, con un ali
a desangrándose en la mesa, sino para inspeccionar
segúrense de
a la bebé y se la llevó a un ri
. Estaba quieto. Demasiado quieto. Un charco de sangre se extendía a su a
osa, acercándose a Javier. "La mujer...
quiera miró
vive, vive. Si no, ya
erencia
silencioso vacío. Vio su propia muerte, la muerte de su cuerpo, como si viera
, Javier hizo
del cuerpo inerte, Javier se acercó a la mesa. Miró el rostro páli
y, con una delicadeza que contradecía toda su
ra soportar ver
del bebé, el pánico del doctor, la figura de Javier de pie junto a un cuer