ni siquiera sabía, parpadeó,
pasa? Solo es
!», repitió Leonardo,
ntó con toda la dignidad que pudo reunir, arregló su vestido y s
a los ojos y le guiñé un ojo con
bia, pero Leonardo no la miraba, así que no tenía a
o la perrita faldera era para
os amigos de Leonardo desviaron la mirada, fi
í, su enojo ahora dirigi
ndome a mirarlo. Sus dedos se a
podríamos ser algo. Mira a tu alrededor. Mira quién soy yo y mira
as para herir. Pero en lugar de se
ente a los ojos,
firme. «Lo he intentado durante dos años. ¿No mere
na carcaja
o es suficiente para cerrar
udiándome. Una sonrisa torcida apareció
mi cumpleaños. A la medianoche. Si te atreves a venir a mi fiesta
ación pública diseñada par
yo as
é allí
puesta. Se dio la vuelta y volvió con sus ami
uego, discretamente, saqué un
la barbilla donde él me había tocado, frotando con fu
s, hasta que sentí que