ués de la cafetería, fui a mi turno en la bibliote
irar, pero en mi mente sol
una pastelería de lujo en el otro extremo de la
erentes para llegar. Esperé en la fila durante casi dos horas, temb
nos como si fuera un tesoro, me dirigí al ba
deado de sus amigos ricos. Y, por supuesto, tenía a una nueva
eando, y él ni siquiera se
sar de todo. La rapidez con la que
a la mesa c
ardo»
ta, su expresión
quie
pediste», dije, coloca
bia la miró
nardo, pero lo suficientemente alto para que
o, sintiendo mis
ó la caja y f
quería el de fresas con crema! ¿Eres sorda o estúpi
el dedo, su vo
edaba de fresa, este era el único que tenía
puedes hacer una simple tarea bi
s a mis costados. Me repetí a mí misma,
a rubia
el pastel y lo tiró al bote de basura que estaba ju
ando el fondo del bote de
río, la espera... todo
a vuelta e irme, resignad
, algo inespe
to, su rostro torcido por la
la chic
le gritó. «¡A
bierta, al igual que tod
sorprendida. ¿Me e