aba de repetir la humillación en el hotel. Pero a
rme y prepararle el
la pequeña cocina que compartía con mi compañera de cuarto y preparé el desayuno favorito de Leonardo:
ío de la mañana. Su departamento estaba a veinte m
abía dado para emergencias. Entré en
lí, sentada en su sofá como
habitación, fruncie
n temprano?», pregu
o», dije en voz baja
iquiera
ina. Y ya vete, e
ó una risi
on tu admiradora secreta. Desp
tó, pero mantuve m
stómago», dije, ignorando a Sofía. «Has
enrojecido de ira. «¡No necesito que me cu
de las manos y me e
n segundo, luego simp
, sintiendo el vacío en mi estómago. No h
, mi compañera, Clara, me estab
po no te merece. Él es un heredero millonario y tú... t
da la historia, o al menos, la
ensas, Clara. Te
ó, claramen
ta de que te ama? ¡Eso solo pasa en las películas! La vida re
isa y agité la mano pa
ón, de verdad. Pero to
ras limpiaba las mesas y servía café a estudiantes felices y de
rtaba. Ya ca
detrás del mostrado
n día. El cumple
l de mi p