rectamente a la embajada de España. Tenía doble nacionalidad gracias a sus abuelos, así
s amigos, había cambiado su forma de vestir para ser más "adecuada" para él, había suavizado su carácter fuerte y extrovertido para no int
bía sido
que, antes de irse, se iba a desp
ad. Se quitó el traje sastre que llevaba y se puso una camiseta negra sin mangas que guardaba en el coche
reflejaban en su piel. Hacía años que no hacía algo a
cuerpo se balanceaba al ritmo de la música, sus movimientos
o que no se dio cuenta de que alguie
re ella. Sus dedos se tensaron alrededor
Ma
dola con esa expresión indescifrable de siempre. A su lado, un am
a mirada y sonrió, una sonrisa lenta y provocadora. Luego, se dio la vuel
codazo. "Oye, esa es Sofía, ¿no? Vaya, no sabía que te
, sin cambiar de expresión. "Que
ica. Cada palabra fue como un golpe. Ni siquiera así, ni siquiera viéndola actuar de esa
pero esa noche, solo alimentó su rabia. Estaba a punto
tró
sa que desarmaba. Caminó directam
ensó. La indiferencia se desvaneció y fue reemplazada por una posesi
", preguntó Mateo
iante. "Vine a dive
ateo, y su tono no dej
atiz de nerviosismo en su ris
intensidad en su voz hizo que t
í que este era el verdadero Mateo. El hombre apasionado y posesivo que
se dio la vuelta para irse. Sus ojos se encontraron con los de So
Diego agarró una botella de cer
culpa!", le g
ar, Diego se abalanzó sobre ella y
o último que sintió fue el dolor agud