Rojas llevaba tres años, y en tres año
ía, y se metía en la cama, esperando. Mateo siempre se quedaba trabajando en el estudio hasta muy
ado de la cama, tan lejos como era posi
on el corazón hecho un nudo, y esperó. Cuando Mateo
e hablar", dijo co
itó la corbata con movimiento
casados y nunca... nunca hemos estado junt
Sus ojos eran fríos, como siempre.
fía, sintiendo cómo las lágrimas le qu
y definitiva. Mateo no pareció sorprendido. S
luchara, que negara, que le diera una ra
fía fue a ver a Isabella, la hermana de Mateo. Isabella siem
ltó Sofía en cuanto Isabella le a
da. La hizo pasar y le sirvió
", preguntó Sof
e como a una estatua de la Virgen en un altar. Te admira, te respeta, pero no te desea.
", susurró Sofía, t
ha tenido... una debilidad. Alguien a quien ha querido p
rían una puerta a una verdad que Sofía se había negado a
n una determinación nueva. Se levantó y sonrió, aunque sus
aletas. La casa estaba en silencio. Pensó que Mateo no estaba, pero al pasa
ido ah
rza en el pecho. ¿Qué era eso? Se acercó a la puer
su mundo s
evaba puesta una de las camisas blancas de Mateo, semidesabrochada
emente mientras lo movía sobre el cuerpo de Diego. Diego gem
boca para no gritar. No era una mujer. No era
a en una conferencia de negocios, tan guapo, tan serio, tan inalcanzable.
r podría tener a Mateo, menos tú, Sofía. Para é
egalos, lo invitaba a cenar, usaba todas sus conexiones para crear oportu
monio. Sin anillo, sin una declaración de amor. Sol
dar. Pensó que con el tiempo, logr
enua ha
era ser la esposa trofeo, la coartada perfecta para que Mateo pudiera ocultar su amor prohibi
ión que nunca recibió, todo se lo
corazón hecho pedazos. Ya no había na
dejando atrás tres años de mentiras